POSADAS. Miguel Salazar Fernández tenía poco más de 18 años cuando integró el conjunto de Tarragó Ros en Rosario (Santa Fe) y desde entonces la música ha ido trazando el rumbo en su vida y ha hecho que Miguel abrazara el chamamé. Este año, el guitarrista y contrabajista está celebrando medio siglo de carrera musical, por lo que con un disco aniversario en mano regresó a Misiones, la tierra que tantas veces lo recibió junto a Los Reyes del Chamamé, grupo que fundó y dirige hace más de treinta años. En su reciente visita a esta capital, a la que llegó para difundir su nuevo CD “Mis 50 años con el Chamamé”, Salazar Fernández compartió un sinfín de recuerdos en una amena charla con PRIMERA EDICIÓN, en la que hizo un recorrido por su larga carrera de músico chamamesero. La generosidad de un grandeFue Tarragó Ros, uno de los pilares de chamamé, quien le abrió las puertas a ese joven que fue a Rosario en busca de sus sueños. “Tenía 18 años cuando fui a vivir a Rosario y cuando llegué empecé a mezclarme con los músicos y me anoticié que Tarragó Ros andaba necesitando un guitarrista, entonces me acerqué hasta su casa, me atendió y me contó que ha había conseguido el guitarrista pero necesitaba un contrabajista y le digo ‘no, pero yo no sé tocar el contrabajo’ y algo sabía. Entonces me dice ‘no, pero usted va a aprender enseguida, es un muchacho inteligente’ y fue una inyección de ánimo. Pero había otro problema, yo no tenía contrabajo, entonces puso un aviso en el diario buscando ‘contrabajo usado’ y no apareció nada. Como a los diez días me dice ‘venga que vamos a ir a comprar el contrabajo. Fuimos con Tarragó Ros a una casa de música y salí con en contrabajo bajo el brazo y le digo ‘Tarragó y para pagarlo, porque mire que trabajo en distintas cosas’. A todo esto, él tenía una pista de baile llamada ‘Humberto Primero’ en la calle Jujuy, en el centro de Rosario, y me dice ‘acompañe a todos los conjuntos que vengan y yo le voy a pagar’ y con eso pagué el contrabajo. Tarragó Ros me brindó todas las oportunidades del mundo. Estuve un año y medio aprendiendo y acompañando en el club”, recordó Salazar Fernández recalcando una y otra vez la generosidad del recordado músico chamamesero, al tiempo que rememoró que “a mediados de los años 60, de buenas a primeras, Tarragó me dice ‘bueno va a tener que salir con los muchachos’ y no me había escuchado nunca… con el conjunto salía Antonio (Tarragó Ros), porque el padre estaba enfermo de asma, entonces salí con el conjunto y ese fue mi debut, en ese tiempo se viajaba en tren y fuimos a La Rubia, Monigote, San Guillermo. Después se compuso Tarragó, se reintegró al conjunto y de allí empezamos a viajar. Así fue que estuve 17 años acompañándolo con el contrabajo y en las grabaciones tocaba la guitarra y cantaba”, agregó.¿Qué huellas le dejó Tarragó Ros?Profundamente me dejó muy buenos ejemplos y aprendí muchísimo. Lamenté no haberlo conocido antes, él me enseñó a programar, a elegir los temas para los espectáculos. Aprendí todo lo que pude de él y tuve predisposición porque me gustaba lo que él hacía.Tarragó Ros dejó una escuela inmensa, está bien que hay algunos que creen que es tocar así nomás y eso no hacía Tarragó, uno escucha una obra de él y es una cosa con fundamento, bien orquestada. Tarragó me brindó confianza y estoy eternamente agradecido porque si no lo hubiera conocido no hubiera sido músico, me dio todas las oportunidades del mundo. Seguí tocando con él hasta que falleció.Y llegaron Los Reyesdel Chamamé“Cuando Tarragó Ros falleció, todos los integrantes fundamos Los Reyes del Chamamé”, contó Miguel y detalló que en ese tiempo estaban Andrés Cañete, en acordeón; Julio Gutiérrez y Oscar Ríos en guitarras y él, en contrabajo y canto. “De ahí salimos y el viaje más largo que tuvimos para esta zona fue Misiones, estuvimos mucho tiempo actuando acá, hicimos muchos amigos, como Ramón Méndez, teníamos muy linda amistad con Morel-González. Y lo más lindo que tuve fue tener la amistad de Isaco Abitbol”, rememoró, al tiempo que resaltó que “cada vez que venía nos juntábamos con Isaco y tenía un aprecio total hacia nosotros y justamente nos grabó ‘De los Reyes a los amigos’ (de autoría de Cañete y Fernández Salazar), así que me dejó un lindo recuerdo”.“Con los Reyes originales fuimos diez años consecutivos al Festival de Jesús María y a Cosquín, donde resultamos consagrados allá por el año 84, por el disco ‘De los Reyes a los amigos’, con el que ganamos cinco discos de oro y vinimos al Festival del Litoral”, contó Salazar. En 1988 se disolvió el grupo original y Miguel volvió a formar el conjunto con nuevos integrantes. Con la nueva formación “vinimos a la Fiesta de la Yerba en 1996 y se me distinguió por un tema que hicimos con Estigarribia, que se llama ‘Tierra de la yerba’, que fue nombrado Patrimonio Cultural de Apóstoles por el Concejo Deliberante.“En el chamamé que hacemos quedó la influencia de Tarragó Ros, tal es así que hay unos cuantos temas que trato de dibujar como era la música de él”, reveló Miguel, quien sigue llevando adelante a Los Reyes del Chamamé junto a los hermanos Rodrigo y Fernando Suárez, Néstor Alvarez y Mauricio Meonis.¿Cuál es el balance que hace de estos cincuenta años?Las amarguras uno las borra con el aplauso del público, con la amistad, siempre digo que tuvimos un buen pasar con el conjunto, tuvimos algo de fama, pero la ‘fama es puro cuento’, el dinero que uno gana se gasta, pero queda el amor y la amistad de la gente, eso es lo que vale y espiritualmente me llena. Sigo cosechando amigos, eso es lo que tiene la música, que a uno le abre las puertas y hemos dejado un legado.





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