
El procedimiento consiste en la inyección a presión de algún material, como agua o arena y productos químicos, en el terreno, con el objetivo de ampliar las fracturas existentes en el sustrato rocoso que encierra el gas o el petróleo, favoreciendo así su salida hacia el exterior.
Se estima que en 2011 esta técnica estaba presente en aproximadamente el 60% de los pozos de extracción en uso. Actualmente a los ambientalistas les preocupa no sólo los miles de millones de litros necesarios para la explotación, sino también el agua residual; los tóxicos que se utilizan; la posible contaminación de los acuíferos y la posibilidad de que se produzcan mini sismos en las áreas explotadas, puesto que se va a usar en el yacimiento Vaca Muerta, en Neuquén.
Repercusiones en el ambiente
Las principales repercusiones son la emisión a la atmósfera de contaminantes, la contaminación de aguas subterráneas debido a los flujos incontrolados de gas o fluidos causados por erupciones o derrames, la fuga de fluidos de fracturación y el vertido incontrolado de aguas residuales.
Los fluidos de fracturación contienen sustancias peligrosas y su reflujo posee además metales pesados y materiales radiactivos procedentes del depósito. Las experiencias obtenidas en Estados Unidos muestran que se producen numerosos accidentes que pueden dañar el medio ambiente y la salud humana.
Entre un 1 y 2% de los permisos de perforación viola las obligaciones legales. Muchos de estos accidentes se deben a una manipulación incorrecta del equipo o a fugas de este. Por otra parte, cerca de los pozos de gas se ha registrado contaminación de aguas subterráneas con metano, que en casos extremos pueden provocar la explosión de edificios residenciales, así como con cloruro de potasio, que provoca la salinización del agua potable.
Otra repercusión inevitable de la extracción de gas de esquisto es un alto índice de ocupación de tierra debido a las plataformas de perforación, las zonas de aparcamiento y maniobra para camiones, equipos, instalaciones de procesamiento y transporte de gas, así como las carreteras de acceso.
Un informe de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de EEUU asocia el fracking con la contaminación de las aguas en el estado de Wyoming. Un informe emitido en junio de 2011 por la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria del Parlamento Europeo, concluye que con la fracturación hidráulica se produce una “emisión de contaminantes a la atmósfera, contaminación de las aguas subterráneas debido a caudales de fluidos o gases provocados por escapes o vertidos, fugas de líquidos de fracturación y descargas no controladas de aguas residuales, así como la utilización de más de 600 productos químicos para liberar el gas natural”.
A este respecto, en 2009 Asociación Norteamericana de Suministradores de Gas Natural afirmaba que no se había confirmado ningún caso de contaminación de acuíferos.
“En Argentina son cuatro las cuencas de gas no convencional, varias las provincias amenazadas e incontables los problemas ambientales que irán a sumarse a los ya existentes. Neuquén es la pionera del fracking, de la mano de una compañía privada (Apache), que hoy opera cerca de Zapala, sin el consentimiento de la comunidad mapuche Gelay-Ko, a quienes pertenecen esas tierras. Hace unos días, la Presidenta inauguró la exploración de gas no convencional, cerca de Comodoro Rivadavia, donde tampoco se consultó a la población”, indicaron Maristella Svampa y Enrique Matías Viale a los medios nacionales.




