Un relevamiento encarado por el sector arrocero en Corrientes identificó 113 lugares que podrían represarse para riego de cultivos. Señalan que el futuro pasa por la agricultura de riego.Corrientes es pionera en el país del sistema de riego mediante aguas superficiales, dice un artículo de momarandu.com. La utilización del agua superficial en embalses de retención representa más del 50% de la fuente de agua utilizada para el riego del arroz y continúa avanzando.En la campaña productiva 2011/2012, la captación de agua mediante represas represento el 66% del total de la provincia.Actualmente la mayor cantidad de presas y estaciones de bombeo se encuentran en la región Centro Sur y en la costa del río Uruguay, debido a la gran oferta hídrica, principalmente sobre los cursos afluentes de los ríos Miriñay, Timboy y Mocoretá.Un estudio promovido desde la Asociación Correntina de Plantadores de Arroz tiene por objetivo detectar posibles áreas para la instalación de presas o represas de riego orientadas a la producción arrocera.De acuerdo a los avances del proyecto, se concretaron dos de tres relevamientos previstos, en la provincia se identificaron 113 posibles áreas para el asentamiento de represas, número que podría incrementarse aún más con la concreción de otras etapas proyectadas.Según la Asociación Correntina de Plantadores de Arroz, la construcción de represas permite un uso adecuado de cursos de agua, se logra contar con agua todo el año y evitar los altos costos del riego mediante bombeo desde estaciones ubicadas a la vera de ríos o arroyos.Las principales zonas productivas de la provincia: Paraná Medio, Oeste, Centro Sur y la costa del río Uruguay.CaracterísticasLas zonas del Paraná Medio y Oeste tienen un elevado costo de producción primaria, del cual un 77% está destinado al riego, el resto a fertilización. La oferta hídrica principal es el río Paraná. Siendo por lo tanto el mayor condicionante el consumo de combustible utilizado en los sistemas de bombeo.En las zonas del Centro Sur y costa del río Uruguay la situación es diferente, los costos de producción primaria son menores, aproximadamente el 63% de los costos son destinados al riego. La topografía característica de la zona y la oferta ambiental permite el almacenamiento de agua empleando presas de tierra compactada. Sin embargo, el riesgo es mayor, por la distribución temporal cíclica de las precipitaciones y la oferta de los ríos, lo que podría limitar la disponibilidad de agua en cada campaña y por lo tanto la superficie sembrada.De acuerdo a informes del Instituto Correntino del Agua y el Ambiente (ICAA), hasta 1995 el riego del cultivo de arroz se efectuaba mayormente por extracción del agua mediante estaciones de bombeo ubicadas a la vera de los ríos Paraná, Uruguay, Corriente, Santa Lucía, entre otros.A partir de dicha fecha en la zona Centro Sur de la provincia, en los departamentos de Mercedes, Curuzú Cuatiá, Monte Caseros y Paso de los Libres, se comenzó a construir presas o represas de tierra para embalsar agua para el riego del cultivo de arroz. La topografía imperante en esa región de Corrientes favoreció el desarrollo de proyectos de construcción de presas de tierra para crear un lago artificial o derivar un curso de agua a una cota prefijada, con el objeto de almacenar agua o captar los escurrimientos, en numerosos afluentes que aportan a los ríos Miriñay, Timboy y Mocoretá y arroyos como Yuquerí, Ayuí Grande, Curupicay, Yaguary, entre otros.La variación de la superficie sembrada está relacionada con la fuente de agua utilizada para el riego, como pudo verse reflejado en esta última campaña arrocera. Así, que en las zonas Paraná Medio y Oeste, donde la fuente de riego proviene de los ríos, pozos y lagunas, la superficie sembrada se mantiene o incrementa, debido a la disponibilidad del recurso lo que implica como tema de fondo que las incertidumbres sobre la principal variable en un sistema de riego es conocida.Sin embargo en las zonas del Centro Sur y costa del río Uruguay que se abastecen por represas, la falta de información confiable que permita predecir el régimen de precipitaciones se traduce en un mayor grado de incertidumbre, lo que se traduce en menor superficie sembrada.





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