POSADAS. La semana pasada, un inusual operativo de control policial en la zona del solarium del arroyo Mártires llamó la atención de los bañistas que se acercaban hasta el lugar con intenciones de meterse al agua, porque se lo prohibían. Los motivos: la denuncia sobre la aparición de una nueva serpiente acuática (proveniente de la familia de las boas) que había atacado algunos perros del lugar, y los controles eran para evitar riesgo, principalmente entre los niños que concurren al lugar con sus familias. No obstante, más allá del temor que generan estas serpientes denominadas científicamente “Eunectes notaeus”, pero conocidas localmente como anacondas amarillas o bien “serpiente curiyú”, estas no representan un peligro cierto entre las personas. “Creo que no va atacar a las personas. Hasta ahora, inclusive, no hay dato alguno de que una curiyú haya atacado personas o niños. Principalmente porque no son muy grandes, ya que como máximo suelen alcanzar los tres metros”, sostuvo el ambientalista Amado Martínez, quien se encuentra al frente del serpentario del Instituto Montoya y recientemente había encabezado un procedimiento para liberar la pequeña boa que se había capturado en el mismo lugar. “Nosotros habíamos capturado una y nos habían hablado de que había otra más grande, que puede ser esta”, graficó.Hay que recordar que una captura reciente (un ejemplar de dos metros treinta centímetros) en la misma zona donde se produjeron los avistajes había ocurrido en diciembre último y ahora se encuentra en el serpentario que el Montoya posee en El Laurel. “Mudanza”Según los registros científicos, anteriormente a las obras ribereñas, todo el lugar que correspondía a El Laurel era el ecosistema para estos reptiles. Como la geografía fue mutando, tanto la zona de Nemesio Parma -como la del arroyo Mártires- se han convertido “en su último refugio”, a decir de Martínez.“No debe haber muchas, estoy seguro de que no habría más de dos en toda la zona, porque ahora están en Corrientes, se mudaron por las transformaciones del ecosistema.Según la descripción del ambientalista, una curiyú no supera los cuatro metros de largo y “no hay registros certeros de que hayan atacado personas”.“Si un perro chiquito se llegara a cruzar en su camino, es probable que lo capture, pero ni siquiera atacan perros grandes. Estas serpientes no salen del agua para cazar, la forma de capturar es en el agua o los que se arriman mucho a las costas. Es un animal de naturaleza acuática”, se explayó.“Creo que lamentablemente en ese lugar ya no va a poder vivir más. Está muy poblado y de solo verla la gente se atemoriza. Yo creo que deberían ser trasladadas de allí, porque asusta”, analizó el ambientalista. “Lo que la gente debe saber de ellas es que no son peligrosas, ni pozoñosas. Pueden morder, pero con verlas la gente debe dar aviso rápidamente a las autoridades, para que se informe a Ecología”, sugirió. Lo cierto es que la situación sembró temor entre los vecinos del populoso Villa Cabello, quienes, en cualquier caso obedecen sin mayores resistencias las advertencias de la Policía sobre estar precavidos de entrar al agua.Con guardavidasEn enero pasado esta playa empezó a contar con la presencia de guardavidas. La medida había obedecido a que se buscaba resguardar la integridad física de la significativa cantidad de personas que se metía al agua en la zona. En diálogo con PRIMERA EDICIÓN, el director municipal de balnearios, Sergio Balatorre, había explicado la medida tomada y su metodología de aplicación. “Personal de esta dirección está prestando servicio básico en el lugar y aunque se trabaja sin infraestructura, se prioriza el resguardo de la vida de las personas”.Esto porque, sin hacer caso de las prohibiciones vigentes para meterse a las transformadas aguas del río Paraná y sus afluentes, algunas personas perdieron la vida y a fin de “evitar más muertes o accidentes tenemos personal especializado en el lugar”, había señalado en la nota.





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