CANDELARIA. “A casi cuatro siglos de existencia ininterrumpida -el fin de semana último el pueblo festejó 386 años de su fundación- Candelaria sigue en pie”. En estos términos se expresó la historiadora y archivera local Dolores Romero, quien ofreció algunos detalles poco conocidos o difundidos sobre su producción histórica y cultural.“Desde aquel lejano 1627 a orillas del río Ibicuí en que nació de la mano de San Roque González y el padre Romero, para sufrir varios éxodos hasta su asentamiento definitivo en 1665 en la actual ubicación. Su gente supo de penas, desarraigos forzosos, de glorias, de prosperidad, de batallas, de luchas, vivió tiempos ambiguos y tiempos sin pena ni gloria, quedando relegada en el tiempo; hasta hoy, que aparentemente mediante el progreso de la región podrá resurgir nuevamente, aún sea para cambiar su fisonomía”, analizó la investigadora. “Candelaria es histórica, mítica y legendaria. Es pasado y presente, es mágica; llena de tesoros guardados en cada rincón de su geografía, rica en historia, aunque poco difundida, la reducción asentada definitivamente fue reservorio peculiar de cultura, ciencia y tecnología; además de constituirse en el centro y capital de las Misiones Jesuíticas, desde el punto de vista religioso y político de la época”, prosiguió.En este sentido, Romero explicó que “Candelaria, cuna de civilización, testigo muda de historias, nostalgias, sueños, desvelos…” Es como reza el poema, porque fue aquí donde el padre Buenaventura Suárez, construyó el primer observatorio astronómico con la ayuda de los aborígenes. Él realizó estudios e investigaciones meteorológicas utilizando como fuente la inmensa biblioteca de la reducción. Fueron tiempos de prosperidad económica en que se realizaba un intercambio comercial regional e internacional. Un continuo ajetreo entre los talleres, los aserraderos y yerbales”. Grandeza derrumbadaDe acuerdo a su relato, los primeros médicos del Paraná, “se asentaron aquí realizando trabajos de investigación, además de desempeñar su labor. Mientras que la imprenta itinerante se encontraba aquí, se editaron varias obras conocidas aún en la actualidad. Con la expulsión de los Jesuitas, esa grandeza se derrumbó, no obstante la población guaraní que a pesar de las persecuciones y sufrimientos padecidos, pernoctaron en el lugar, en la reducción porque allí era el centro urbano y habitacional. Allí tuvo asiento la sede de los gobernadores, en el período hispánico, entre ellos Santiago de Liniers, quien realizó una gestión favorable a los naturales. Éstos fueron los que se organizaron inmediatamente al movimiento de emancipación en el histórico 8 de julio de 1810 para adherirse como pueblo independiente de España junto al gobernador Tomás de Rocamora. En esa reducción recibieron al general Belgrano y sus tropas y le dieron albergue, ayudándolo luego en su campaña libertadora al Paraguay. Fue en ese predio, que cinco años más tarde Andresito defendió con bravura nuestra soberanía, recuperando no solo Candelaria, sino los pueblos ubicados al margen izquierdo del Paraná, del manos Rodríguez de Francia. Nuevo comienzoEn 1883, mediante una política de colonización del Gobierno, Candelaria es la primera colonia oficial. Interviene el agrónomo Rafael Hernández mensurando el nuevo pueblo, ya que la antigua reducción se encontraba muy derruida. Así nace este nuevo asentamiento en un plano urbano de 256 manzanas en total, rodeada de yerbales, ubicada al margen del río Paraná. La población se organiza en lo político, religioso, cultural y educativo. Nombra una comisión municipal, el templo se traslada desde la reducción, la policía, y la flamante escuelita primaria y su museo natural, la biblioteca popular y las primeras casas que aún hoy pernoctan todavía algunas, como verdaderas reliquias arquitectónicas de esa época. “Antigua madre que espera”A fines del siglo XX, mediante programas habitacionales del Gobierno se produce un gran aumento demográfico inmigratorio. Consecuentemente un cambio social que impacta en nuestra cultura y tradiciones y que van desapareciendo gradualmente. Recién a mediados de 2000 la infraestructura va respondiendo al nacimiento de una ciudad, mediante las obras de Yacyretá. Los que somos conservadores y testigos de este gran cambio, sentimos que nuestra historia se pierde y se camufla con el progreso que lo produce “en serie”, es como una muerte lenta de nuestra identidad candelariense que se confunde con la alienación. Mi deseo, como las líneas del poema, es “que mis hijos encuentren aquí la historia de sus ancestros y en la tierra, río y piedra su sangre de misioneros” (difíciles de cumplir en estos tiempos). Nuestro origen está en esas reducciones donde año a año el pueblo celebra la fundación y luego en procesión venimos al templo. Porque esas piedras guardan 150 años de gloria, añadió la historiadora.





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