COMANDANTE ANDRESITO. La historia de “Mili” (rebautizada así por Milagros) es conmovedora. Es la cuarta hija del matrimonio conformado por Mirna y Celso Marckoviak, dos productores rurales habitantes de Península, uno de los parajes más bellos del municipio, aunque en algunos aspectos también uno de los más castigados. Su familia necesita acceder a la vivienda para que la pequeña pueda concurrir todos los días a la escuela especial, pero la frialdad con que se maneja el Iprodha y sus autoridades hasta el momento les impide esa posibilidad.A los tres días de nacer Zaira (Mili) fue trasladada e internada en Eldorado por una afección cardíaca con pronóstico grave, de la que “milagrosamente” se recuperó. Hoy Mili tiene cinco años y por padecer de toxoplasmosis congénita sufre de calcificaciones en el cerebro y problemas de visión. Este año concurrió por primera vez a la escuela, fue a salita de cinco y una vez por semana (dada la distancia que viven del pueblo, treinta kilómetros) a la escuela especial situada en el casco urbano, los avances fueron notorios, y la recomendación que tienen los padres es de llevarla a la escuela especial todos los días, donde docentes y profesionales especializados podrán dedicarle la atención y utilizar los métodos necesarios para estimular su desarrollo.Los padres, dispuestos a todo por su hija, asumieron esa necesidad y es por eso que a pesar de las dificultades que les ocasionaría esta división familiar (algunos en la colonia, otros en el pueblo) se dirigieron a la sede municipal con la intención de inscribirse para participar del sorteo de las viviendas de Iprodha, pero se encontraron con una serie de requisitos que para ellos son imposibles de cumplir. Por ejemplo, un recibo de sueldo de 4.000 pesos. PRIMERA EDICIÓN estuvo con la familia y escuchó su historia. Mirna expresó: “Mili sigue siendo un milagro para nosotros todos los días. Necesita mucho apoyo, atención y ayuda, condiciones que podría gozar en la escuela especial, adonde los diferentes especialistas nos recomendaron que asistiera. Este año, a pesar de las pocas veces que pudimos llevarla, ha mejorado muchísimo, ha empezado a expresarse. Antes no hablaba y ahora ya pronuncia varias palabras e inclusive está logrando armar frases.”P.E.: ¿Qué les impide llevarla a la escuela especial todos los días?“Nosotros vivimos a treinta kilómetros del pueblo, y además tenemos tres hijas más de quince, once y nueve años que concurren a la escuela en Península. Nos resulta imposible viajar todos los días hasta el pueblo, principalmente por dos motivos: uno el económico, no estamos en condiciones de recorrer esa distancia todos los días y además porque al concurrir a traer a Mili nosotros tenemos que dejar a nuestras hijas en casa de algún vecino y una vez por semana podemos hacerlo pero todos los días es imposible”, respondió Celso, el padre.Mirna agregó que “por ese motivo vinimos a la Municipalidad para inscribirnos en el sorteo para el nuevo barrio de Iprodha, pero contra todo lo que esperábamos, el funcionario responsable nos trató de mala manera y nos cerró todas las posibilidades, yo me sentí muy mal, traté de aguantarme pero salí llorando de esa entrevista”.“Él conoce nuestra condición de agricultores, pero nos exigió entre otras cosas un recibo de sueldo de cuatro mil pesos mensuales, algo imposible para nosotros y para cualquier agricultor, nosotros no somos asalariados, tenemos ingresos anuales y que son muy variables, de acuerdo a la cosecha que podamos realizar, al precio del producto, dependemos hasta de los factores climáticos”, relata Celso. Finalmente la madre dijo: “Nosotros queremos que Mili salga adelante, la única posibilidad es concurriendo a la escuela especial, por eso pedimos la vivienda y me duele que ni siquiera nos permitan participar del sorteo”.





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