PUERTO ESPERANZA. El código de la “omertá” en la mafia es algo así como el código del silencio. Quebrantarlo representa, literalmente, darse por muerto. Una situación similar se da en el Alto Paraná y constituye, según los investigadores, el principal obstáculo en la causa que busca establecer quiénes y porqué mataron al remisero Miguel Ángel Rojas, de 23 años.“La gente tiene terror de hablar, de brindar información. Y es lógico, saben cómo se manejan estos grupos. Hacen de la extorsión, la amenaza y la muerte una forma de existencia. El caso Rojas es el mejor ejemplo”, indicó ayer uno de los hombres que hace dos semanas trabaja en Mado para esclarecer el episodio. Hay otro dato. La causa tiene, por el momento, dos sospechosos detenidos y hay un tercero que, al menos hasta anoche, permanecía prófugo.Ayer trascendió una información interesante. Ambos aparecen nombrados en otras cinco investigaciones por homicidio, en distintos puntos de la provincia.El primero en ser detenido, identificado con el apodo de “Pety”, de nacionalidad paraguaya, se abstuvo de prestar declaración en sede judicial.Lo mismo, seguramente, sucederá con el otro.Ambos están imputados del delito de “homicidio calificado por el concurso premeditado de dos o más personas, agravado por el ensañamiento y la alevosía”, concluyó informante consultado. MiedosPese a que hay dos sospechosos detenidos y un tercero que permanece prófugo, los investigadores se mostraron cautos a la hora de hablar de una pronta resolución del caso.Sin embargo, desde el inicio de la pesquisa no dejaron de mostrarse sorprendidos por el terror que existe desde Puerto Esperanza y hasta Mado para hablar.“Estén vinculados o no al mundo del narcotráfico o el contrabando, acá la gente no quiere hablar. Tiene más miedo a las represalias por abrir la boca que a la Justicia o a la Policía”, señaló ayer uno de los hombres asignados a la investigación.“Esa situación complejiza la investigación”, concluyó el detective consultado por este diario.





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