PUERTO ESPERANZA. Hasta aquí lo único concreto en relación al crimen del remisero Miguel Ángel Rojas es que fue asesinado en forma brutal y que los autores no se preocuparon en disimular que debían hacerlo sufrir antes de que pasara a una mejor vida.Ayer, el único demorado en la causa fue trasladado al Juzgado de Instrucción 1 de Eldorado, subrogado por la jueza de menores Mirtha Saucedo de Bertolo Andino.Al parecer, negó cualquier vinculación suya con el horrendo homicidio perpetrado en diciembre pasado en las afueras de Puerto Mado.No obstante, trascendió ayer que la demora de este hombre se produjo por la declaración de un testigo de identidad reservada que reprodujo lo que el sospechoso habría contado en una ronda de tragos, respecto de las circunstancias en que el trabajador del volante habría sido secuestrado y asesinado.Claro que ese testimonio debe ser respaldado por elementos de prueba concretos, materiales, de lo contrario se trata de la palabra del declarante contra la del demorado. Y en materia penal, no alcanza para mantener detenido a nadie.Otra arista curiosa del caso trascendió ayer y guarda relación con la ropa de la víctima. Fuentes de la pesquisa se mostraron sorprendidas porque el pantalón jean de Rojas se desintegraba en hilachas al momento de ser ‘levantado’. “Un material de esa naturaleza se mantiene intacto meses antes de llegar a ese estado”, indicó uno de los hombres asignados al caso.Por eso se aguarda el resultado de las pericias científicas sobre la ropa, para determinar si los asesinos arrojaron alguna sustancia -como ácido, por ejemplo- sobre la misma para borrar huellas.Al menos una parte de los investigadores sostiene que los sicarios son o al menos conocían la zona como pocos. Lo que nadie duda hasta aquí es que al remisero lo engañaron con el ardid de un servicio para llevarlo hacia Mado y matarlo sin ningún tipo de escrúpulos. Antes de escapar, casi sin sentido más que el de hacerlo sufrir, lo ataron, ya agonizante, a una planta de pino.





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