Con una personalidad dinámica y avasallante, Omar Ratti supo granjearse al aprecio de muchos de quienes lo conocieron. Irradiaba jovialidad y buen humor. Su apretón de manos era fuerte y sincero. Su mirada directa y abierta. Predisponía a todo el mundo positivamente y alentando a quienes lo rodeaban, lograba sacar lo mejor de cada quien.Esa energía interior la canalizó entre dos grandes vocaciones: la construcción y la aviación y en ambos rubros logró grandes amistades. Estas líneas pretenden ser un homenaje a este ciudadano misionero por adopción, que nos dejó un gran legado. Espíritu inquieto Omar fue el primogénito de seis hermanos. Nació en el seno de una familia italiana, en Villa del Parque de Buenos Aires, en 1948. Por razones de trabajo, sus padres se mudan a Reconquista, provincia de Santa Fe. Allí culmina la escuela industrial con el título del Técnico mecánico en 1967. Sus compañeros lo llamaban ‘El loco Ratti’. Solía llevarse materias, pero las aprobaba en la primera mesa. En aquellos años juveniles y rebeldes, más de una vez debió pernoctar en casa de un amigo para evitar las reprimendas de su padre. Inicia la carrera de ingeniero civil en la Facultad de Rosario, pero debe abandonarla por razones económicas. Un judío le encarga trabajos de electricidad y con eso se mantenía. En 1975 comienza a trabajar en ENTEL (Empresa Nacional de Telecomunicaciones) que como tantas otras fuera privatizada en el era de Menem. Esa empresa brindaba servicios de telefonía fija en todo el país. Trabajando para ENTEL, un año más tarde, lo destinan a Posadas. Allí decide quedarse y formar su familia. En octubre de 1976 forma Ratti Construcciones, una empresa unipersonal, la que en 1992 se transforma en una sociedad anónima. También ese año se casa por segunda vez. De ese matrimonio nacieron tres hijos (Silvana Mariel, Carolina Elsa y Pablo Martín). En 1978, la empresa se asocia a la Cámara Argentina de la Construcción. 36 años de su vida transcurren dedicados a la construcción. Tres mil viviendas y 250.000 mts2. construidos, reflejan la pujanza de este empresario, que también fue distinguido por sus pares. Así presidió la Cámara Argentina de la construcción, filial Misiones, entre 2004 y 2007.Su visión de empresario, hace que absorba otras empresas relacionadas al rubro para desarrollar su actividad y adquiere lotes en donde construirá edificios y countries. El Centro del Conocimiento es una de las tantas obras que llevó adelante junto a sus hijos, técnicos y obreros. Una emblemática obra que lo llenó de orgullo.En 1988, invierte en “TELSAT”, empresa dedicada a proveer señal de Cable TV equipada con la tecnología de punta del momento, realizando tendidos de cable por toda la ciudad de Posadas que a la fecha de hoy se siguen utilizando. En 1991 la vende a un grupo local de noticias.A mediados del 2001, en consonancia con la crisis que atravesaba el país, la empresa se encontró en una situación financiera comprometida y se presentó en concurso de acreedores. Con esfuerzo, sacrificio y ayuda de su familia y personal, la empresa logra recuperarse.RemembranzasJulia Ratti (presidente de Ratti Construcciones SA) apunta: “Siempre fue muy generoso con nuestros padres; igual con sus empleados. Desde que era niña estuvo presente en los momentos más importantes de mi vida. Trabajé desde que terminé la secundaria en la empresa, allí me formé profesionalmente. Me permitió aprender y crecer dentro ella. Siempre tenía una palabra, una experiencia para relatar cuando se lo consultaba ya sea por algún problema empresarial o personal, ‘siempre hay que mirar para adelante’, eran algunas de sus palabras. En la crisis del 2001 estuvimos muy mal, entramos en concurso de acreedores, fuimos una empresa que pagó el 100% de la deuda a sus acreedores. El decía que ‘hay que dejar una marca en el orillo’… que la palabra vale más que cualquier papel firmado”Silvana Ratti añade: “El día que yo nací, hormigonó su primera losa. Su punto de partida empresarial y familiar…o al menos eso quería que yo sintiera. Tenía una fuerte esencia, una energía arrolladora, todavía se siente…Nació con un brillo especial, no pasaba inadvertido, se hacía notar por su actitud, generosidad, espontaneidad, diálogos, experiencias. Con su idiosincrasia italiana a su mesa, llena de alegría, se sumaban familia y amigos. Disfrutaba mucho estar con sus nietos, era el momento que él volvía a ser niño…la noche antes de partir los corrió a todos para dejarles un beso…es una imagen para siempre del ‘Abuelo Omar’.En lo empresarial, era un libro abierto, estaba en uno dedicarle la lectura, visionario, emprendedor, un líder para nosotros.Como padre, conmigo fue incondicional, me dejó ‘ser’, elegir mi camino. Era afectuoso pero le costaba demostrarlo…y cuando se soltaba era de dar esos abrazos fuertes que estrujaban la espalda. Como consejero, me enseñó mucho…el valor de la palabra, el respeto; el buen trato, hacer lo que a uno le hace sentir bien. Una de las frases que me decía: ‘No mires el árbol sino el bosque’. Cuándo le contaba de un emprendimiento nuevo me recomendaba: ‘Cuándo lo hagas, hacelo bien, y eso será tu sello’.Y es así, en su osadía de ganarle tiempo a la vida, se fue a volar otros aires…en su pasión, la aviación”.Agrega Carolina Ratti: “en la familia era muy generoso. Siempre tenía una palabra de aliento para mí como hija. Por ejemplo, en mi tesis. Él la leyó completa y me ayudó un montón. También con su personal. Era una persona ejemplar. Siempre estaba abierto a escuchar y a ayudar a sus obreros. Como empresario fue un visionario. Veía mucho más allá que otros en las necesidades de construcción en la provincia.”Y Pablo Ratti señala: “a mí por ser el único varón, me exigía más. Pero también me aconsejaba como padre. Si me mandaba una macana, me reprendía, pero me apoyaba. Podía contar con él. Era muy familiero. Hizo un quincho grande para juntar a toda la familia. Siempre fue un líder. Tenía buen humor. En las reuniones siempre era el centro de atención. Sus empleados lo querían porque los escuchaba y en las obras compartía junto a ellos. Tal vez por eso en la crisis del 2001 no lo abandonaron, a pesar de que teníamos problemas financieros.”Su otro amor, la aviaciónVíctor Mejalenko cuenta que su amistad con Omar empezó en 1998, cuando viajan a Orlando, Florida, y se compra el kit del La
ncair IV P (un avión experimental de alto rendimiento diseñado por Burt Rutan). Comienza a armarlo, primero en el Aeroclub y más tarde en el hangar del aeropuerto viejo. Los constantes viajes a EEUU cimentan la amistad de Víctor y Omar. El mecánico sugería una idea y el constructor la hacía realidad. “Era muy entusiasta de la aviación y responsable. Lo acompañé en varios viajes a Estados Unidos. Charlábamos mucho y de todo. Recorrimos juntos muchos museos aeronáuticos en ese país. Fuimos a la NASA y tuvimos la oportunidad de volar un bombardero de la segunda guerra mundial: un B 17. Omar era muy divertido y era agradable trabajar con él. Un gran amigo”.





Discussion about this post