POSADAS. Es una paradoja, pero a pesar de que la primera granja agroecológica y autosustentable de Misiones está ubicada justo encima de una de las reservas de agua dulce más grandes del planeta, el establecimiento sufre la grave carencia del vital líquido. Para construir un pozo que cuente con una bomba accionada a través de un aerogenerador y equipar la huerta con un sistema de riego por goteo y aspersión (construido con materiales reciclados), el equipo coordinador apeló a la solidaridad de la población, para que contribuya con aportes económico, por mínimos que sean, ya que deben recaudar al menos el 30% del dinero total que requerirá la inversión hasta mañana. “Para que nuestras huertas sean más productivas, necesitamos de más agua, ya que hasta ahora contamos sólo con un sistema de recolección de aguas de lluvia y con una pequeña vertiente. El agua que tenemos es suficiente solamente para la huerta de autoabastecimiento”, explicó Raúl Aramendy, uno de los impulsores del proyecto “Un Sueño con Raíces”“Para hacer esto necesitamos invertir una pequeña cantidad de dinero. El objetivo de esta campaña es sostener la implementación de la huerta agroecológica en la misma granja de El Soberbio, para que, a partir de la venta de sus productos, nuestras actividades con los campesinos de la zona puedan seguir ”.Antecedentes En 2009, gracias a la financiación de la cooperación internacional, fue posible elaborar una estrategia de promoción de la agroecología que ayuda a sentar bases a una nueva modalidad de producción de bienes y servicios sustentables con la selva Paranaense y no más contra ella.El sueño empezó a caminar “Construimos nuestra multigranja integral agroecológica en el Soberbio y empezamos a formar a los campesinos de la colonia circundante en técnicas agroecológicas de cultivo, que permitieran la conservación de la selva Paranaense y el mejoramiento de las condiciones de vida de sus habitantes, que en la actualidad están entre los más pobres de Argentina”, explicó Aramendy. En 2011 la crisis económica internacional hundió el sistema de cooperación español y nuestro proyecto, como muchos otros, dejó de ser financiado. Descubrimos que nuestro principal financiador no podía dar fe a su voluntad de apoyar la segunda parte del proyecto. Pero el equipo no desistió del sueño de salvar la selva Paranaense generando los medios para que sus habitantes tengan una vida sustentable. “Con o sin la cooperación internacional decidimos seguir . Tuvimos grandes dificultades. Para no detenernos apelamos a la contribución de la gente”, insistió.





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