Mientras el Instituto Nacional de la Yerba Mate difunde estadísticas optimistas sobre el desempeño del sector, el mercado yerbatero cierra 2025 atravesado por una fuerte contradicción. Las exportaciones alcanzaron un récord histórico, pero el consumo interno muestra una caída sostenida que enciende alarmas entre productores y actores de la cadena, en un año marcado por la crisis de precios, la desregulación y los recientes despidos en el organismo.
De acuerdo a los registros oficiales, entre enero y noviembre se exportaron más de 53,5 millones de kilos de yerba mate, un volumen sin precedentes y casi un 30 por ciento superior al del mismo período del año pasado. El dato confirma la expansión de la yerba argentina en mercados externos y la apertura de nuevos destinos, en un contexto internacional favorable para el producto.
Sin embargo, el crecimiento hacia afuera no logra compensar lo que ocurre puertas adentro. En noviembre, las salidas de molino destinadas al mercado interno cayeron a su nivel más bajo del año y mostraron una retracción cercana al 19 por ciento respecto de octubre. En la comparación interanual, la baja fue aún más marcada, reflejando un freno en el consumo que contrasta con los años previos, cuando la demanda doméstica mantenía un crecimiento sostenido.
Desde el sector productivo advierten que el problema no es coyuntural. Un productor yerbatero explicó que, aun con el récord exportador, el mercado interno perdió entre 20 y 30 millones de kilos en relación con los mejores registros de 2022 y 2023.
“Podés crecer diez o quince millones en exportación, pero si perdés treinta en consumo interno, el balance sigue siendo negativo”, señaló.
Según su análisis, para absorber esa caída sin una recuperación del consumo local, las exportaciones deberían aumentar entre un 30 y un 40 por ciento adicional durante 2026, un escenario que consideran poco probable.
El freno del mercado interno se produce además en un contexto de alta producción. La cosecha acumulada entre enero y noviembre superó los 868 millones de kilos de hoja verde, un volumen inferior al pico de 2024, pero mayor al de varios años anteriores. La combinación de buena cosecha, consumo retraído y precios deprimidos profundizó el desequilibrio en la cadena, especialmente para los pequeños productores, que continúan vendiendo por debajo de sus costos.
Desde el INYM, en cambio, sostienen que los indicadores generales siguen siendo positivos. El organismo destacó que el volumen acumulado de salidas de molino al mercado interno aún se ubica levemente por encima del mismo período de 2024 y remarcó que los formatos tradicionales, especialmente los envases de medio kilo y un kilo, mantienen su predominio en las góndolas. Para el Instituto, estos datos reflejan una demanda que, si bien muestra altibajos mensuales, no habría colapsado.
La divergencia de lecturas se da en medio de un año particularmente sensible para el sector. La eliminación del precio mínimo, la pérdida de herramientas regulatorias, el endeudamiento de productores y cooperativas, y ahora el ajuste interno en el propio INYM configuran un escenario de incertidumbre. Mientras las exportaciones aparecen como el principal sostén estadístico, puertas adentro crecen las dudas sobre la capacidad del mercado interno para sostener la estructura productiva en el mediano plazo.






