Por Patricia Couceiro
Máster en Constelaciones
Whatsapp 3764-829015
A lo largo de todo el año, mes a mes, vamos realizando un recorrido interior. Una vivencia particular, única e irrepetible para cada uno de nosotros. Esa experiencia no surge al azar: es el resultado de lo que el año anterior hicimos, elegimos o dejamos sin realizar.
Siempre hay algo pendiente. Un sueño no concretado, una decisión postergada, una parte de nosotros que quedó esperando. Cada nuevo año nos ofrece la posibilidad de retomar eso inconcluso, de plasmarlo, de darle forma y vida. Así comienza cada ciclo: con una promesa silenciosa de continuidad.
Sin embargo, al llegar al cierre del año, ya no somos los mismos. En nuestro cuerpo, en nuestra psiquis y en nuestro registro emocional queda inscripto todo lo vivido. Aunque la memoria racional falle, el cuerpo recuerda. La historia personal se graba en él: lo que dolió, lo que fortaleció, lo que transformó. Mes a mes, esas experiencias se fueron acumulando para dejar huellas a modo de una historia silenciosa en nuestro interior.
Cerrar un ciclo implica detenernos y mirar con honestidad. Reconocer en el cuerpo y en las emociones qué fue lo que pesó, qué fue lo que dio fuerza y qué quedó pendiente. No se trata de juzgar, sino de ver con claridad. Solo así podemos dejar atrás lo vivido y tomar la energía necesaria para avanzar.
Aquello que no pude completar este año le doy su lugar. Lo miro, lo reconozco y lo respeto. Aquello que me pesó, pero que me permitió trascender, lo reconozco y lo agradezco. En este balance interno tomo únicamente lo que me corresponde y agradezco todo lo que fue, tal como vino.
Honro la experiencia vivida, la cierro con respeto y la dejo ir. Y entonces, más liviana, después de un balance personal y profundo, me permito entrar al año nuevo disponible y abierta a lo nuevo. Ligera, como una hoja en blanco, dispuesta a volver a reescribirme.
Así, en un ciclo continuo y sin fin, hasta que concluya mi vida en este plano, seguiré año tras año intentando, aprendiendo y renaciendo. Cada año con esperanza, cada año con más conciencia, hasta poder trazar, una y otra vez, la mejor versión posible de mí misma.








