El cultivo de banano en el norte argentino atraviesa una transformación silenciosa pero profunda, sostenida en la incorporación de biotecnología aplicada al campo. Técnicos de Biofábrica Misiones realizaron recientemente una visita de seguimiento a lotes productivos en Orán, donde constataron resultados sobresalientes en plantaciones implantadas íntegramente con vitroplantas de la variedad Cavendish.
En los campos recorridos se verificaron altos niveles de sanidad, uniformidad y eficiencia productiva, con rindes que superan las 40 toneladas por hectárea y cachos de hasta 20 kilos, el peso ideal para la comercialización. La densidad de siembra, de entre 1.800 y 2.000 plantas por hectárea, mostró una respuesta superior frente a las condiciones ambientales, gracias al uso de plantines libres de patógenos.
La uniformidad del crecimiento aparece como uno de los diferenciales clave: permite ordenar el calendario de cosecha, optimizar el uso de insumos y reducir pérdidas. Esa previsibilidad acerca al productor a un modelo de gestión más industrializado, muy distinto al esquema artesanal tradicional que históricamente caracterizó al cultivo.
Un proceso que lleva varios años
La experiencia validada en Orán no es un hecho aislado. La relación entre Biofábrica Misiones y la producción bananera salteña se viene consolidando desde hace varios años. El salto productivo tiene un anclaje claro en una alianza estratégica iniciada en 2018, cuando Biofábrica Misiones comenzó a proveer plantines de banano obtenidos por propagación in vitro a la empresa Salvita Alimentos, en Salta. La combinación entre genética de élite y manejo técnico a campo permitió avanzar hacia una fruta de calidad superior, con estándares acordes a los mercados más exigentes.
En 2021, la empresa misionera ya había enviado 60.000 plantines de banano producidos por propagación in vitro a Salta, en uno de los primeros pasos para fortalecer el cultivo con genética mejorada y sanidad certificada, según informó PRIMERA EDICIÓN.
Ese antecedente es parte de un proceso de adopción gradual de nuevas tecnologías en un sector tradicionalmente conservador, donde el mayor desafío no fue técnico sino cultural: confiar en plantas producidas en laboratorio y modificar prácticas arraigadas.
Los números respaldan el modelo: hasta 2025 se despacharon alrededor de 1.300.000 plantines micropropagados y aclimatados, y para 2026 se proyecta el envío de otros 275 mil ejemplares, consolidando a la biotecnología desarrollada en Misiones como uno de los motores de la producción bananera en el NOA.
“Pudimos ver el potencial real de nuestra tecnología en manos de productores comprometidos. La uniformidad y la sanidad permiten que el productor pase de una cosecha tradicional a una industrializada y altamente rentable”, señaló la gerente Luciana Imbrogno quien realizó el recorrido junto al presidente de la Biofábrica, Leonardo Morzán.
Esta experiencia se articula, además, con el trabajo que Biofábrica viene impulsando desde 2013 en la provincia de Misiones, a partir de la consolidación de cuencas productivas, y refuerza una premisa central: la innovación científica aplicada al agro no solo mejora rendimientos, sino que fortalece la competitividad del sistema productivo argentino.
En ese cruce entre tradición y ciencia, el banano del norte argentino empieza a pensarse con otra lógica: más eficiente, más previsible y mejor preparada para competir, demostrando que la tecnología no reemplaza al productor, sino que le devuelve control y sustentabilidad a su trabajo.





