Cada Navidad y Año Nuevo, mientras gran parte de las familias se prepara para celebrar, otras se organizan para atravesar una de las noches más difíciles del año.
Es que los estruendos de la pirotecnia sonora provocan en muchas personas dentro del espectro autista episodios de ansiedad extrema y pánico que pueden extenderse durante horas y transformar el festejo en crisis.
Pese a los avances que marcaron en los últimos años las normativas de “pirotecnia cero” en varias localidades de la provincia, la problemática persiste y afecta no solo a las personas con autismo, sino también a su entorno.
Soledad Acuña, directora del Centro integral Municipal para el Autismo (CIMPA) de Posadas, comentó en diálogo con PRIMERA EDICIÓN que las consultas sobre este tema crecieron en las semanas previas a las fiestas, debido a que los estruendos pueden desencadenar crisis sensoriales y conductas de riesgo que obligan a las familias a reorganizar por completo la noche del 24 y el 31.
En ese sentido, aseguró que es importante entender lo que viven las personas con este tipo de diagnóstico y sus familias durante los festejos de medianoche, para tomar conciencia del impacto emocional que puede tener el uso de la pirotecnia sonora. “Esto también es empatía social”, aseveró.
Evitar episodios de crisis
Para muchas personas dentro del espectro autista, los estruendos de la pirotecnia no son solo molestos: resultan abrumadores, mucho más si se trata de niños y adolescentes.
“Las personas dentro del espectro tienen grandes dificultades a nivel sensorial. Estos sonidos generan un estrés muy alto y, en muchos casos, una desregulación importante”, explicó Acuña.
La pirotecnia puede desencadenar crisis severas vinculadas a una hipersensibilidad auditiva que, en algunos casos, llega a provocar dolor físico. “Esa sobrecarga sensorial deriva en ansiedad, pánico y distintas conductas, como llantos incontenibles, gritos, taparse los oídos sin lograr alivio, intentos de salir corriendo, golpes hacia sí mismos o hacia otros”, detalló la especialista.
Si bien no todos los niños reaccionan de la misma manera, Acuña remarcó que la mayoría presenta algún grado de sensibilidad: “Más allá de que no exista una alteración sensorial puntual, un niño dentro del espectro ya tiene una predisposición a que estos estímulos le resulten muy molestos”.
Por eso, consideró que evitar los estruendos es una forma concreta de prevenir crisis que afectan seriamente la salud emocional de los chicos. “Los sonidos son tan abrumadores que algunos quieren esconderse, se tapan los oídos y ni siquiera así logran contener la situación”, aseguró.
Impacto en las familias
Las consecuencias de la pirotecnia sonora no se limitan a los episodios de crisis. Acuña explicó que las familias viven las fiestas con antelación, planificando cómo organizar la noche del 24 y el 31 para cuidar a sus hijos.
“Hay familias que acondicionaron una habitación de la casa para reducir el ingreso de sonidos y pasar ahí ese momento junto al niño”, contó Acuña. Sin embargo, aclaró que se trata de una posibilidad limitada, porque preparar un espacio aislado implica un costo económico que no todas las familias pueden afrontar.

Incluso cuando logran hacerlo, el festejo se vive de otra manera. Mientras en otros hogares hay brindis y reuniones, estas familias atraviesan la medianoche conteniendo crisis y tratando de generar calma. “Es la familia la que se adapta completamente a la realidad del niño, y eso también implica un desgaste emocional importante”, afirmó Acuña.
Algunas medidas en casa
Antes de las doce, las familias pueden acondicionar una habitación para que no se filtren los sonidos o buscan espacios de calma y refugio, anticipando el momento más crítico.
Llegada la medianoche, recurren a auriculares protectores que ayudan a disminuir la intensidad del sonido y la ansiedad que provoca y aplican contención física, como abrazos, “solo cuando el niño lo permite”, precisó Acuña.
En algunos casos, usan chalecos de ajuste o compresión, que ayudan a regular conductas y brindar contención corporal a los niños que lo requieran.





