Rosanna Toraglio
Periodista
BioPsicoTerapeuta
[email protected]
Dar regalos hace que tus seres queridos se sientan valorados y especiales, incluso pensar en ayudar a alguien que lo necesita es parte de este tiempo de tradiciones, pero antes pensemos en nosotros mismos. Esta magia que nos trae la Navidad es la energía que ronda el Universo y es tan fuerte que hace que exploten los corazones heridos.
Para que el 24 no nos juegue una mala pasada preparemos nuestro corazón con caricias, replanteos y miradas de cariño.
Podemos sentarnos unos momentos a solas para escribir todo lo que venimos pensando, eso que nos quedó pendiente todavía y que no dijimos. Que la mesa de Navidad sea una verdadera fiesta de celebración de la vida.
El nacimiento de Jesús es también nuestro nacimiento entendido como el gran renacer de todo lo bueno que dejamos de lado para priorizar lo no tan bueno.
Una potente sanación habla de escribir de puño y letra expresando hechos que nos dolieron, dirigimos esa carta a esa persona, o dirigimos la carta a nuestro niño herido.
Recordamos ese momento y lo expresamos. La verdadera limpieza del corazón está en ser sinceros, en mirar esa sombra que nos martiriza y agobia, en ver si nos sentimos no queridos por otros y en realidad es que no nos queremos.
El desamor hacia nosotros está a la vista, mirarnos al espejo y hablarnos con crudeza, ¿qué vemos cuando nos vemos?
Si notamos que al vernos estamos en plan víctima, entonces escribimos eso para luego convertirnos en únicos dueños de nuestra vida.
Dile a tu mente, a tu corazón que puedes con eso y que nada ni nadie puede opacar tu felicidad.
Crea un plan de acción, vístete con tu mejor ropa, y sal a conquistar la noche del 24.
“Limpiar el corazón y luego decorarlo” es una metáfora poderosa que significa sanar heridas emocionales, deshacerse de negatividad (odio, rencor, envidia) para luego embellecerse con virtudes (amor, gozo, paz), creando un ser interior puro y renovado para poder amar y vivir plenamente, no solo aparentar por fuera. Es un proceso de purificación interna que implica introspección, arrepentimiento y la disposición a recibir sanación, para finalmente construir una belleza y fortaleza interior duradera, como un hogar que se repara antes de adornarse.
Cuando ya estás listo, lista, entonces toca pensar en los otros, buscar la manera de dar: tiempo, regalos, cartas, deseos. Envía mensajes a quienes amas, escribe esas palabras de aliento, di cuánto lo quieres y lo que vale.
En cada plato sobre la mesa deja un mensaje personalizado, puede ser una frase o una carta. Que todos los que compartirán contigo sientan ganas de crear su vida, de compartirla, de ser mejores que ayer.
Nuestro corazón acorazado comenzará a salir a flote cuando nos permitimos sentir, aceptar la vulnerabilidad y reconocer que el dolor también forma parte del camino de la vida. Solo cuando lo hacemos, volvemos a conectar con nuestra esencia, con la vida y con los demás. ¡Feliz Navidad!








