El joven panadero de 22 años detenido por asesinar a su suegra fue imputado ayer en forma preventiva por el delito de “homicidio simple”, por lo que continuará detenido mientras continúe la investigación, señalaron fuentes judiciales.
Fue en el marco de la indagatoria ante el juez de Instrucción 3 de esta capital, Fernando Verón, donde el sospechoso se abstuvo de declarar, agregó un portavoz.
La víctima, Liliana Beatriz Cabrera, de 50 años, fue hallada el pasado miércoles a la siesta en la letrina de su vivienda, sin vida y con signos de haber sido ultimada a golpes en la cabeza. Su cuerpo estaba en avanzado estado de descomposición, por lo que se cree que la agredieron mortalmente el pasado lunes, entre la tarde y el anochecer, fecha que coincide con la última vez que la vieron con vida sus familiares y allegados.
El yerno de la mujer comenzó a aparecer como principal acusado recién 48 horas después, es decir el miércoles pasado. Su pareja e hija de la víctima, de 20 años, sintió un olor desagradable que provenía de la letrina, por lo que decidió ir a ver el origen.
Fue allí que el joven le habría dicho en tono confesatorio: “Está en el baño del fondo, fui yo”, indicaron las fuentes.
Al lugar acudieron la policía, la Justicia y los peritos forenses. El sospechoso fue detenido y los criminalistas comenzaron a tratar de reconstruir lo sucedido.
Tras establecerse por la autopsia que la posible causa de muerte de la mujer fue producida por golpes en la cabeza, se determinó que el arma utilizada podría haber sido el mango de madera de un hacha.
Dicho elemento es objeto de pericias en busca de rastros hemáticos y de ADN.
Reconstrucción y secuencia
Al realizar la prueba de luminol (para detectar rastros de sangre) en la vivienda donde residía la víctima, calle Semilla en el cruce con 82-A, a 200 metros de la intersección de las avenidas Chacabuco y Aguado, los especialistas de la Dirección Policía Científica y de la Secretaría de Apoyo para las Investigaciones Complejas (SAIC-Procuración General), pudieron descubrir la probable mecánica del crimen.
Las manchas de sangre y goteos revelaron que la mujer fue atacada en la cama, probablemente mientras descansaba, y que su cuerpo fue llevado hasta el baño del inmueble, lo que completaría la hipótesis firme de un homicidio que se concretó a golpes. Es decir que su victimario, tras agredirla en estado de indefensión, la arrastró, sangrando, hasta la letrina del fondo y allí la dejó recostada entre el piso y una pared. Luego de ser masacrada, Cabrera fue envuelta con la ropa de cama, sábanas y frazadas, y un hule negro, tal como indicaron las pericias iniciales.
El agresor, se supo en base a pericias, recortó parte del colchón donde se cometió el ataque. No alcanzó a sacar toda la sangre impregnada por lo que decidió darlo vuelta y apoyarlo sobre cartones en la cama. Luego limpió todo el trayecto hasta el punto donde fue encontrado el cadáver. Además, habría intentado sacar rastros del mango del hacha.
Las pericias y medidas pendientes en la investigación
Desde la investigación aún restan conocerse algunos resultados de pericias ordenadas por el juez de Instrucción, Fernando Verón.
Una de ellas es la del análisis exhaustivo en el mango de madera del hacha, que no se descarta pudo ser limpiado por el agresor de Liliana Cabrera. Los agentes de la Policía Científica buscarán bajo el microscopio todo rastro que pueda ser hemático y ADN para eventuales cotejos. En esa misma línea, también las manchas encontradas en la escena, que si bien fueron orientativas para la mecánica del crimen, deben ser analizadas para determinar a quién pertenecen.
Por otra parte, y tal como adelantó este Diario, las primeras impresiones de las autoridades judiciales en el marco de los informes socioambientales dejaron en claro que al parecer había una relación tensa en la familia. Incluso algunos vecinos que fueron entrevistados habrían afirmado que “era un ambiente de mucha violencia”, en la vivienda donde se cometió el homicidio, en el barrio 15 de Agosto de la chacra 101 de la capital provincial.









