El 3 de diciembre quedó marcado para Valentina Luco, de 30 años, como una fecha especial: ese día, ella y su pareja Leandro recibieron a su hijo Francisco, después de una cesárea de alto riesgo exitosa que llevó adelante un equipo interdisciplinario del Hospital Materno Neonatal de Posadas.
En 2018, Valentina fue diagnosticada con síndrome de Brugada, una enfermedad poco frecuente que altera la actividad eléctrica del corazón y puede provocar arritmias potencialmente graves.
Aunque muchas personas con este síndrome llevan una vida normal, situaciones como el embarazo, el estrés o el uso de ciertos medicamentos pueden aumentar el riesgo de complicaciones. Por eso, la llegada de su primer hijo requirió un seguimiento constante y una cesárea planificada, con adaptaciones en la etapa de anestesia e incluso el instrumental quirúrgico que utilizó el equipo médico.
Valentina contó en diálogo con PRIMERA EDICIÓN que la intervención se dio después de evaluar el peso del bebé en la última ecografía y que fue un momento “de muchos nervios”, pero que el acompañamiento médico y familiar que recibió marcaron la diferencia para “poder transitarlo con calma”.
Supervisión constante
El primer embarazo de Valentina se extendió por 40 semanas sin complicaciones mayores, pero con un seguimiento continuo de todo el equipo del Hospital Materno Neonatal. Obstetricia, Cardiología y Anestesia fueron las principales áreas involucradas, pero todo el equipo del hospital se movilizó para poder llevar adelante la cesárea.
Además de su cardiopatía, detectada por un electrocardiograma de rutina, Valentina contó que tiene un antecedente familiar: un hermano que falleció por muerte súbita, una de las principales complicaciones del síndrome de Brugada, que además de poco frecuente es una enfermedad genética.
Ese antecedente fue el que motivó que “en 2020 por indicaciones de mi cardiólogo, me implantaran un cardiodesfibrilador, que era preventivo por el antecedente y por haber aparecido el patrón en el electrocardiograma”, aseguró.
Antes de planificar su embarazo, consultó con varios especialistas, quienes le explicaron que no habría complicaciones durante el embarazo. El momento crítico sería el parto, ya que para su patología están contraindicadas varias drogas que se utilizan para inducir el parto.
“Mientras más avanzó el embarazo, tuve más nervios con respecto al tema, porque no dejaba de ser una paciente que tenía un cardiodesfibrilador y una cardiopatía. En el hospital lo que hicieron fue primero contenerme mucho y ponerme todos los profesionales a disposición, desde el sector de Cardiología, Genética, Obstetricia…, tuve acompañamiento excelente y siempre me explicaron todo. Siempre hubo mucha comunicación”, recordó Valentina.
Como quería ser madre por la vía del parto natural, el equipo médico respetó esa decisión hasta la semana 40, cuando evaluando el tiempo de gestación y el peso del bebé en la última ecografía, consideraron que la mejor decisión era adelantar el nacimiento.
“Fui a hacerme una ecografía y me dijeron que el bebé estaba bastante grande, que le lleve el resultado al doctor Curi (jefe de Obstetricia) y él me dijo que lo ideal era una cesárea, que un parto normal iba a ser muy difícil. Y yo lo que hice desde el día que quedé embarazada es confiar en los médicos que estuvieron al lado mío”, explicó Valentina.
La llegada de Francisco
El bebé nació el 3 de diciembre con buen estado de salud y junto a su mamá permanecieron hasta el sábado 6 en el hospital, completando chequeos de salud.
Leandro, padre de Francisco, los estuvo acompañando en todo el proceso y, para Valentina, “el acompañamiento tanto médico como familiar que tuve ayudó mucho a transitar todo con mucha calma y tranquilidad, hasta el día de hoy”.
En cuanto a los primeros días de vida de Francisco, detalló que “es un santo, solo quiere comer y dormir, no le interesa nada más en el mundo” y que junto a Leandro “estamos acomodándonos en nuestra casa, conociéndonos y disfrutando este momento”, dijo.
Para ella, la maternidad es “un descubrimiento desde el día uno” y hoy la encuentra sorprendiéndose “de las cosas nuevas”. “Es como una montaña rusa de mil emociones por hora, por minuto”, concluyó emocionada.
Trabajo interdisciplinario
Hugo Curi, jefe del Departamento de Obstetricia del Hospital Materno Neonatal, aseguró a PRIMERA EDICIÓN que Valentina “fue una paciente que nos mandó a estudiar”, porque para coordinar el trabajo, varios equipos de área tuvieron que interiorizarse en esta enfermedad poco frecuente.
En formato de ateneos, se reunieron profesionales de Obstetricia, Anestesia, Cardiología, Cirugía General y Neonatología para pensar alternativas y planificar la operación.
Uno de los desafíos que enfrentaron fue el reemplazo de anestésicos como la bupivacaína o la hormona oxitocina, que comúnmente se utilizan para realizar la inducción del parto. También debieron ajustar el empleo de instrumentos quirúrgicos como el electrobisturí.

Como testimonio de ese trabajo interdisciplinario, Curi indicó que quedó elaborado un manual de atención con indicaciones y sugerencias para abordar este tipo de casos, tanto en la cesárea como en la guardia.
“El Materno no solamente hace partos y cesáreas, de bajo riesgo, tenemos muchas intervenciones de alta complejidad, que requieren mucha tecnología, mucha gente capacitada. Así que este es un caso que sale a la luz, pero tenemos miles de operaciones que hacemos ahí adentro que realmente salvan vidas”, valoró Curi.





