El clima vuelve a ponerse en el centro de las preocupaciones del sector productivo de Misiones. El último informe trimestral del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) proyecta para diciembre, enero y febrero temperaturas superiores a lo habitual y precipitaciones por debajo de lo normal, un combo que podría tensionar aún más a las principales cadenas agroproductivas de la provincia: yerba mate, té, forestación, citrus, horticultura, maíz, pasturas y ganadería. La advertencia no es menor. El verano pasado la provincia experimentó picos de calor que afectaron brotes de yerba, redujeron la humedad en suelos forestales y provocaron estrés hídrico en producciones. Con este antecedente, el pronóstico de un trimestre “caliente y seco” obliga a planificar.
Aunque octubre dejó lluvias importantes en el NEA -particularmente en el Chaco, donde se duplicó el promedio histórico- el SMN insiste en que ese comportamiento no sería la norma para la temporada estival. Para Misiones, la señal es clara: mayor exposición a olas de calor, mayor mortalidad de plantas jóvenes y riesgo creciente de incendios.
Riesgo de estrés hídrico
La yerba mate, que concentra más de 46 mil hectáreas productivas en la provincia, enfrenta el desafío de sostener su rendimiento con suelos más secos. El estrés térmico afecta directamente la brotación y la calidad de la hoja. Algo similar ocurre en el sector tealero, cuya cosecha gruesa coincide con los meses de temperaturas más elevadas.
En ambos casos, los técnicos recomiendan reforzar prácticas de conservación de humedad: mulching, cobertura vegetal, cortinas forestales y manejo racional del sombreado. También se vuelve crucial el mantenimiento de tajamares y reservorios, especialmente en explotaciones medianas y pequeñas.
Los sectores más expuestos
La forestoindustria -uno de los motores del agro misionero- observa con cautela el escenario. Los viveros y las plantaciones jóvenes son los más vulnerables a las temperaturas extremas, mientras que la sequía prolongada incrementa la inflamabilidad del bosque implantado. Misiones suele registrar su mayor cantidad de focos de incendio entre diciembre y marzo, por lo que se anticipa una temporada de alta vigilancia.
La ganadería, por su parte, podría enfrentar dificultades en la disponibilidad y calidad de pasturas. Con lluvias por debajo de lo normal, se espera una menor recuperación de los campos naturales y mayor necesidad de suplementación estratégica.
Los cinturones hortícolas del sur y centro de la provincia suelen sufrir los picos térmicos más intensos. El calor extremo puede provocar pérdida de floración, quemaduras solares y reducción en el tamaño de los frutos. En cítricos, el riesgo se asocia también al estrés hídrico que puede afectar el llenado de fruta y la producción del próximo ciclo.
La mirada regional
El panorama en Misiones coincide con lo que se observa en Chaco, Formosa y Corrientes. En el Chaco, octubre cerró como un mes “histórico” en precipitaciones -cerca de 300 milímetros en Resistencia- pero los especialistas advierten que ese exceso puntual no compensa la tendencia regional hacia la sequía estival. El SMN proyecta que solo el NOA tendría lluvias por encima de lo normal, mientras que en el NEA predominarían valores normales o inferiores. Con el progresivo enfriamiento del Pacífico ecuatorial, varios modelos anticipan la posible instalación de La Niña durante el verano, fenómeno que suele traer menos lluvias a la porción oriental del país.
Los meteorólogos del organismo insisten además en que el trimestre podría registrar eventos de lluvia localmente intensos, pero aislados y de corta duración. Es decir: chaparrones fuertes, pero insuficientes para revertir el déficit hídrico.
Los ríos y las cuencas
Otra variable clave para Misiones es el comportamiento del río Paraná. Institutos hídricos brasileños prevén precipitaciones superiores a lo normal en la alta cuenca, lo que ayudaría a estabilizar los niveles del río hacia fin de año. Aun así, los técnicos insisten en evitar decisiones productivas basadas exclusivamente en esa expectativa, dado que el comportamiento del Paraná también depende de los aportes de lluvias locales y del manejo de represas aguas arriba.
Un verano exigente
El escenario climático obliga a redoblar acciones: monitoreo permanente de humedad, revisión de sistemas de riego, prevención de incendios, manejo integrado del calor en galpones y tambos, y planificación del uso de forrajes.
El verano 2025/2026 llega con señales claras. Para el agro misionero, la clave será combinar prevención, adaptación y eficiencia hídrica, en un contexto donde el clima parece cada vez más imprevisible.






