Con el inicio del verano y el aumento de actividades al aire libre, también crece la cantidad de consultas otorrinolaringológicas relacionadas con problemas auditivos. Pero más allá de la estacionalidad, especialistas advierten que uno de los factores de mayor riesgo —y menos atendidos— es la exposición cotidiana a sonidos fuertes, especialmente a través de auriculares o en trabajos donde el oído queda sometido a ruidos de alta intensidad.
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN la médica otorrinolaringóloga, Macarena Glinka, explicó que el daño por sonido “puede no manifestarse en el momento”, pero deja secuelas que aparecen años después. Señaló que “un sonido directo al oído y a alto volumen, especialmente con auriculares, no afecta en la juventud, pero a los 20 o 30 años empiezan los zumbidos y los ‘ruiditos’ que conocemos como tinnitus”.
Según indicó, en esos casos las audiometrías suelen mostrar lo que se conoce como trauma acústico, una lesión producida por la exposición a ruidos intensos o prolongados. “Es una lesión real, la vemos todo el tiempo, y una vez instaurada no hay una pastilla que te devuelva la audición. Podemos acompañar, pero no prometemos recuperar lo perdido”, remarcó.
Trabajos de riesgo y prevención
Glinka enfatizó que las actividades laborales relacionadas con disparos o maquinarias pesadas —como policías, prefectura, personal de fuerzas de seguridad o industrias— presentan un riesgo especial. “Siempre recalco que cuando estén expuestos a sonidos muy fuertes deben usar protectores auditivos sí o sí”, insistió, recordando que el trauma acústico es evitable si se toman medidas desde temprano.
La especialista también explicó que existe una pérdida auditiva considerada “fisiológica”. “A partir de los 60 años es esperable que aparezca alguna disminución, del mismo modo que con los años vemos peor”, aseguró.
Las consultas más frecuentes no se refieren a la falta de volumen, sino a la dificultad para comprender palabras: “Los pacientes dicen: ‘escucho, pero no entiendo’, especialmente cuando alguien les habla desde atrás o en ambientes donde muchas personas hablan a la vez”. Esta alteración se conoce como discriminación de la palabra y suele aparecer en pérdidas leves.
Además, quienes estuvieron expuestos a ruidos fuertes o abusaron del volumen en auriculares pueden presentar síntomas mucho antes de lo esperado para su edad. “Un paciente que usó mucho auriculares o estuvo expuesto a sonidos intensos puede consultar por pérdida auditiva a los 55 años”, advirtió Glinka.
Llegó el verano
Con la llegada de los días calurosos, aumenta otro tipo de consulta frecuente: la sensación de oído tapado tras meterse a la pileta, arroyos o ríos. “Normalmente el cuerpo produce cera, es algo bueno, protege el oído. Pero cuando ya hay un poco acumulada, el agua termina de taparlo por completo”, explicó.
La especialista recomienda no introducir objetos como hisopos, invisibles o llaves: “El conducto es súper sensible, cualquier raspón es la puerta de entrada a una infección”. En casos leves, puede usarse alcohol boricado para secar la cavidad, pero si la molestia persiste, recomienda consultar.
Cuidado cotidiano del oído
Además de evitar la exposición a ruidos elevados, Glinka recordó que hábitos simples ayudan a preservar la audición: no subir el volumen de los auriculares, evitar sonidos intensos por tiempo prolongado, no automedicarse sedantes —porque pueden favorecer zumbidos— y consultar ante cualquier sensación de oído tapado, dolor o zumbido persistente.
“Si algo afecta la calidad de vida, ya sea respiratorio, auditivo o vocal, es recomendable consultar”, concluyó.








