“Argentina está involucrada en una gran apuesta de casino. Y no hay evidencia de que esa apuesta vaya a dar resultado. No hay ningún episodio histórico que indique que una apuesta de este tipo tiene probabilidades de salir bien, y mucho menos en la magnitud que se está manejando. Así que si uno se guía por la experiencia histórica, diría que esto va a terminar mal”.
De esta forma se refirió Joseph Stiglitz a la economía del gobierno libertario de Javier Milei en alianza con el tándem Scott Bessent y Donald Trump.
Stiglitz es Premio Nobel de Economía, profesor de la Universidad de Columbia y uno de los máximos referentes globales en la profesión.
“Milei está fallando. Y fue apuntalado primero por un préstamo de 20 mil millones de dólares del FMI, que no se hubiera otorgado de haberse seguido las reglas normales del organismo, porque el país ya tiene problemas para devolver los US$ 44 mil millones solicitados al Fondo en 2018.
Ahora otros US$ 20 mil millones. Y luego otros US$ 20 mil millones de EEUU, el swap con el Tesoro, con lo cual se evadió el mecanismo que había sido diseñado para impedir que Argentina se endeudara sin autorización parlamentaria.
Lamentablemente, Argentina se ha convertido en rehén de EEUU. Es un acuerdo indigno”, consideró ante Página 12 en el marco de la Conferencia Global de Periodismo de Investigación, que tuvo lugar la semana pasada en Kuala Lumpur.
Montado sobre una economía que no estaba en condiciones de generar los dólares suficientes para pagar el megacrédito que el gobierno de Mauricio Macri tomó del FMI por US$ 44 mil millones, sumados a la montaña de deuda con tenedores privados que emitió Luis Caputo en su primer gestión en Economía; ahora Milei, junto a la versión libertaria de “Toto”, volvió a acelerar el endeudamiento con el FMI, con privados y con el Tesoro de EEUU para sostener la política de tipo de cambio bajo.
Sin embargo, Milei ya se ha gastado varias balas de plata y la fragilidad sigue ahí, esperando: primero fue el blanqueo récord, luego el nuevo crédito con el FMI y por último el salvavidas de Bessent.
“La apuesta oficial es volver a los mercados internacionales para refinanciar los pasivos, pero hasta ahora eso no ha funcionado: la debilidad de la economía argentina es tal que los rescates duran cada vez menos y la montaña de deuda a pagar, en un contexto de fuerte ajuste fiscal, se va agrandando”, dijo.
En este marco y pensando en un futuro programa económico de la oposición, el profesor Stiglitz consideró que “Argentina no puede crecer lo suficiente para poder pagar su deuda. Creo que será necesario sentarse frente a los acreedores y poner los números sobre la mesa. Cuál es el crecimiento que se necesitaría y cuál es el real. Hay que pensar en un sendero sostenible”.
Inequidad
La conferencia de Stiglitz abordó el tema de la inequidad, un tema recurrente en sus trabajos académicos y en su activismo político. “A la hora de pensar las causas que están por detrás de los niveles de desigualdad entre países y dentro de ellos, lo importante son las reglas del juego, las leyes, las regulaciones, tanto a nivel nacional como internacional. La desigualdad es una elección, no es resultado de las leyes de la naturaleza, sino de las leyes humanas, como la propiedad intelectual y los paraísos fiscales”.
Stiglitz es presidente del Comité Extraordinario de Expertos Independientes sobre la Desigualdad de la Riqueza Global, designado por la Presidencia sudafricana del G20, que en la última cumbre emitió un informe con recomendaciones sobre estos temas.
Dicho Comité advirtió que entre 2000 y 2024, el 1% más rico del mundo acaparó el 41% de toda la nueva riqueza, mientras que solo el 1% fue para el 50% más pobre. Pidió por la creación de un nuevo “Panel Internacional sobre la Desigualdad” destinado a informar la formulación de políticas a nivel nacional e internacional, inspirado en el modelo del Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC).
Desigualdad entre países
Otro de los temas sobre los que Stiglitz muestra una histórica preocupación son los paraísos fiscales, aquellas guaridas en donde la opacidad en la información permite diseñar estructuras de evasión y elusión tributaria de parte de empresas y ricos y así drenar recursos que deberían utilizarse por los Estados para favorecer a la ciudadanía.
“Si Estados Unidos y Europa dijeran que nuestros bancos no pueden tener nada que ver con estos paraísos fiscales, desaparecerían. Así que los permitimos. Fingimos que es muy difícil lidiar con ellos, pero no lo es. Tenemos una arquitectura financiera global que permite sacar dinero de los países pobres y en desarrollo, llevarlo a los paraísos fiscales y a Londres, Nueva York o Florida. Me gustaría ver más atención periodística en el papel de Goldman Sachs y el Credit Suisse”, indicó Stiglitz.
“Un ejemplo dramático de desigualdad entre países lo vimos durante la pandemia, cuando Canadá pidió ocho veces más vacunas que personas, porque querían asegurarse de tener suficientes cuando las entregaran. Pero quienes vivían en África simplemente no podían conseguirlas. Es más, India, Sudáfrica y Brasil tenían la capacidad de producir más vacunas, pero las farmacéuticas no querían que las fabricaran, ya que eso bajaría el precio y perjudicaría sus ganancias.
Por desgracia, varios países europeos se pusieron del lado de las farmacéuticas y prefirieron ver morir a la gente antes que renunciar a la propiedad intelectual”, recordó.
“Entonces cuando se crean estos extremos de desigualdad, hay un campo fértil para políticos demagogos y autoritarios. Y ellos no mejoran las cosas, sino las empeoran. Dicen poder reconocer el problema, pero luego se rodean de oligarcas y hacen que el sistema sea más desigual, aprobando leyes que recortan impuestos a multimillonarios y corporaciones, financiadas, en parte, con recortes a la atención médica para los más pobres y las personas de clase media”, agregó.
Sudeste asiático
Stiglitz fue testigo de la primera fila en el desarrollo de la crisis económica en el sudeste asiático a finales de los ‘90, que arrastró a buena parte del mundo, incluso a la Argentina de la convertibilidad.
“El Tesoro de EEUU insistía en que todos estos países eliminaran sus controles de capital. En mi opinión era una mala política económica y además no era responsabilidad del gobierno estadounidense hacer del mundo un lugar seguro para Goldman Sachs. Esto fue a mediados de los 90. El capital fluyó hacia el este de Asia en una cantidad enorme. Y entonces, de repente, todo cambió, como sucede en los mercados de capitales, y se acabó el dinero”.
“Y entonces la pregunta era, ¿qué hacer? Yo era economista jefe del Banco Mundial. Y el FMI en ese momento dijo que había que subir las tasas de interés a niveles muy altos, en el caso de Indonesia, al 80%, y recortar el gasto. Y yo dije que eso iba a matar a la inversión y la demanda agregada. El único país que se enfrentó al FMI fue Malasia, e impuso controles de capital muy bien diseñados. De modo que en Malasia el costo de la crisis fue del 5% del PIB, mientras que en los demás fue del 40% o más”, completó el economista.
“El 1% más rico del mundo acapara el 41% de la riqueza”
Con los líderes del Grupo de las 20 economías más poderosas del mundo reunidos en Johannesburgo el 22 y 23 de noviembre, el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa convirtió la lucha contra la desigualdad en una prioridad, impulsando que se convierta en el “legado” del primer G20 organizado por África.
El mandatario nombró un grupo de trabajo de expertos dirigido por el economista ganador del Premio Nobel Joseph Stiglitz para que informe a la cumbre, y respaldó su recomendación de crear un panel para abordar las disparidades extremas de riqueza, siguiendo el modelo del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU.
“Sudáfrica está asumiendo su condición de país más desigual del mundo y está dispuesta a utilizar el G20 como trampolín para abordar ese problema”, señala Isobel Frye, asesora principal de políticas del G20 en Oxfam, la confederación de 22 organizaciones que luchan contra la desigualdad, la pobreza y la injusticia en más de 76 países. “El hecho de que sea algo que Sudáfrica asume y reivindica, en cierto modo, le da un mayor impulso porque es lo que más necesitamos”, dice.
El informe de Stiglitz reveló que el 1% más rico del mundo acaparó el 41% de toda la nueva riqueza entre 2000 y 2024. En cambio, solo el 1% fue a parar al 5% más pobre, según datos del World Inequality Lab.
En Sudáfrica, según la Universidad de Witwatersrand, el 0,1% más rico concentra más de una cuarta parte de la riqueza. “Es un legado del colonialismo y el apartheid”, sostiene Frye. La riqueza combinada de los milmillonarios de los países del G20 aumentó en US$ 2,2 billones en solo un año, una cantidad más que suficiente para sacar a toda la población mundial de la pobreza, según Oxfam.
El patrimonio combinado de estos súperricos creció un 16,5% en solo doce meses, pasando de 13,4 billones a US$ 15,6 billones, una cantidad superior de los recursos que serían necesarios para sacar de la pobreza a 3.800 millones de personas (1,65 billones de dólares en total).







