El cáncer de cuello uterino se mantiene como una amenaza crítica para la salud femenina en Argentina, registrando más de 4.600 nuevos diagnósticos y cerca de 2.500 muertes cada año, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Un reciente informe de Economist Impact, titulado “Reducir la brecha de equidad”, al que tuvo acceso Agencia Noticias Argentinas, encendió las alertas al señalar que la tasa de prevalencia del país es 463,5, lo que evidencia una problemática superior al promedio regional.
El estudio apunta directamente a las profundas desigualdades en el sistema sanitario como un factor determinante en la alta mortalidad. Las mujeres de estatus socioeconómico bajo, así como las que viven en áreas vulnerables o pertenecen a diferentes grupos étnicos, son afectadas de manera desproporcionada, llegando a un diagnóstico en etapas avanzadas de la enfermedad.
Prevención y vacunación: las claves
En este contexto de inequidad, la prevención emerge como la respuesta más efectiva, dado que el 99% de los casos de cáncer de cuello uterino están ligados al Virus del Papiloma Humano (VPH), una infección de transmisión sexual extremadamente común.
Las estrategias recomendadas por la OMS para combatir esta carga sanitaria se centran en un triple objetivo global:
Vacunar al 90% de las niñas antes de los 15 años.
Testear al 70% de las mujeres entre 35 y 45 años (pruebas de VPH y Papanicolaou).
Brindar tratamiento oportuno al 90% de las personas con lesiones.
Profesionales de la salud, como la Dra. Gabriela Bugarín, directora médica de Oncología de MSD Argentina, enfatizan que la concientización y la educación sobre el VPH en toda la comunidad son fundamentales para la prevención.
Chequeos
La inmunización contra el VPH, incluida en el Calendario Nacional de Vacunación argentino, es una de las principales herramientas para disminuir el riesgo de desarrollar la enfermedad. Se destaca la importancia de completar el esquema de vacunación tanto en niñas como en varones.
Asimismo, los chequeos ginecológicos periódicos, como el Papanicolaou y el test de VPH, permiten la detección precoz y el tratamiento oportuno de lesiones, ofreciendo una ventaja crucial en la posibilidad de revertir o frenar el avance del cáncer. La inequidad en el acceso a estos controles de rutina es lo que, según el informe, hace que muchas mujeres de bajos ingresos lleguen tarde al diagnóstico, reduciendo sus opciones terapéuticas.
Fuente: Agencia de Noticias NA





