El estreno de la miniserie documental “50 segundos: el caso Fernando Báez Sosa” volvió a instalar el crimen ocurrido en 2020 en Villa Gesell y reavivó nombres que habían quedado asociados para siempre a aquella madrugada. Entre ellos reapareció, aunque fuera de la pantalla, el de Julieta Rossi, la novia del joven asesinado. Su ausencia en la producción de Netflix llamó la atención de muchos espectadores, pero responde, según su entorno, a una decisión firme que tomó hace casi cinco años: no volver a hablar en público del caso.
Julieta estaba dentro del boliche Le Brique cuando Fernando fue atacado a metros de la salida. Desde entonces acompañó marchas, abrazó a Graciela Sosa y Silvino Báez y atravesó un duelo que la obligó a desaparecer de la exposición mediática. Mantuvo silencio en entrevistas, se alejó de los medios y eligió procesar la pérdida sin cámaras alrededor. Su testimonio tampoco estuvo en el juicio de 2023: fue su padre, Oscar Rossi, quien explicó que ella “no estaba emocionalmente preparada” para revivir lo ocurrido.
En los primeros meses posteriores al crimen, Julieta se recluyó por completo. Según contó su padre, permaneció un año alejada de toda actividad pública. Incluso la última dedicatoria que le escribió a Fernando —luego archivada en su perfil— reflejaba ese dolor profundo: “Mis cartas de amor van al cielo, que es donde te miro para encontrarte”, publicó apenas una semana después del asesinato. Aquellas palabras describieron un duelo que se mantuvo en la privacidad, lejos del eco mediático que siguió al caso.
El vínculo con la familia Báez Sosa también formó parte de ese proceso íntimo. Graciela señaló en distintas ocasiones que el silencio de Julieta responde al peso emocional que todavía arrastra. “Le trae muchos recuerdos. Perdió al amor de su vida y está tratando de recomponerse como pueda”, afirmó, reconociendo que la joven transitó el duelo sin exponerse.

Con el paso del tiempo y ya lejos de la carrera universitaria que planeaba compartir con Fernando, Julieta eligió otro camino. A los 23 años se dedica de lleno a la danza, disciplina que convirtió en profesión y refugio emocional. Se especializa en reggaeton, urbano, heels y femme style, y trabaja como profesora y bailarina en estudios reconocidos de Buenos Aires. Sus coreografías superan el millón de reproducciones en redes y hoy reúne más de 380 mil seguidores en Instagram, donde comparte parte de su crecimiento artístico.
La bailarina construyó un perfil cada vez más visible dentro del ambiente musical y escénico. Participó en videoclips, se presentó en shows en vivo y compartió escenario con artistas como Ecko, Connie Isla, Marty D, Aitana y Flor Vigna. En 2025 integró además el staff de los Premios Ídolo, consolidando una presencia que se volvió habitual en eventos y producciones vinculadas a la danza urbana.
Uno de los momentos más importantes de su carrera llegó en 2023, cuando viajó a Los Ángeles para perfeccionarse en el Millennium Dance Complex, uno de los centros formativos más prestigiosos del mundo. Allí tomó clases con coreógrafos internacionales y cumplió, según escribió al regresar, “un sueño que tengo desde que soy pequeña y veía con admiración a los bailarines que pisaban este salón”. Ese viaje marcó un punto de inflexión en su rumbo profesional y reforzó una trayectoria que hoy continúa creciendo.







