Ante el impulso de los productores por avanzar hacia un sistema de cosecha mecanizada que les garantice competitividad, técnicos de la Estación Experimental Agropecuaria INTA Cerro Azul, junto con la Cooperativa Agrícola de Colonia Liebig Ltda., iniciaron un proceso de evaluación de rendimientos que hoy comienza a mostrar sus primeros resultados. Recientemente se presentaron datos actualizados de los estudios que analizan distintos sistemas de cosecha mecanizada y su impacto en la productividad, el crecimiento y la fisiología de la planta.
Según detalla Federico Enríquez Wasylov, técnico investigador de INTA Cerro Azul e integrante del equipo de trabajo, “estos ensayos en cosecha mecanizada arrancaron en el año 2021 por una necesidad del sector. Queríamos conocer cuál era el efecto de la época de cosecha sobre la respuesta de la planta, tanto desde el punto de vista productivo como del crecimiento y desarrollo”. Para ello, se establecieron ensayos con diferentes épocas de cosecha donde, además del rendimiento, se evaluaron variables como ciclo fenológico, altura y diámetro promedio de los brotes, y tasas de crecimiento.
Los estudios, realizados entre 2021 y 2024 en campos de Apóstoles, compararon cuatro sistemas: cosecha mecanizada en invierno, en verano, semestral (invierno/verano) y la cosecha manual tradicional.
En años climáticamente normales, la cosecha mecanizada en verano alcanzó los mayores rendimientos, superando los 14.600 Kg/Ha en 2021. Sin embargo, la sequía extrema de 2022 alteró completamente el escenario: todos los sistemas sufrieron una fuerte caída, la cosecha manual mostró mayor estabilidad y la mecanizada de verano no pudo concretarse por falta de rebrote. Aun así, al mejorar las condiciones, este sistema presentó uno de los porcentajes más altos de plantas rebrotando, lo que evidencia su capacidad de recuperación.
Wasylov destaca que “a lo largo de estos cuatro años observamos que las cosechas mecanizadas anuales, tanto en invierno como en verano, tienden a generar brotes más vigorosos, de mayor altura y diámetro, con una relación tallo-hoja equilibrada. En cambio, las cosechas semestrales generan brotes más cortos y finos, con una relación hoja-tallo más elevada”. Esta característica favorece el funcionamiento de las máquinas, reduciendo la presencia de tallos gruesos y facilitando el corte.
Otro eje del estudio fue la adaptación de yerbales tradicionales -con baja densidad y ramas gruesas- donde mecanizar resulta más complejo. Para ello se evaluaron cuatro tipos de rebaje: selectivo, parcial, sistemático al ras del suelo y sistemático a 50 cm. Los resultados fueron determinantes: los rebajes severos, especialmente al ras del suelo, ocasionaron pérdidas productivas muy importantes y sin recuperación suficiente en el período estudiado. En contraste, los rebajes parciales y selectivos mostraron mayores rendimientos y una rápida recuperación, permitiendo el ingreso de maquinaria sin comprometer la producción. En paralelo, se desarrollan ensayos complementarios sobre fertilización y sobre el comportamiento fenológico del cultivo bajo manejo mecanizado en diferentes ubicaciones de la región yerbatera.
Los avances obtenidos muestran que la mecanización de la yerba mate es posible y ofrece beneficios concretos, siempre que el manejo respete la fisiología del cultivo. Las cosechas semestrales facilitan el trabajo de las máquinas, mientras que las cosechas anuales -especialmente en verano- ofrecen altos rendimientos en años normales. Asimismo, evitar rebajes extremos es clave para modernizar yerbales tradicionales sin pérdidas productivas.
Este trabajo forma parte del Proyecto Regional “Generación y validación de innovaciones tecnológicas en los cultivos de yerba mate y té” del INTA Centro Regional Misiones, y constituye un aporte estratégico para un sector donde la tradición productiva convive con la innovación y el desafío permanente de mejorar la competitividad.
La Dra. Sandra Molina, jefa del grupo de investigación en yerba mate y té de la EEA Cerro Azul, consideró que “los resultados generados constituyen información de alto valor para productores, cooperativas y empresas que buscan optimizar la productividad, disminuir los costos asociados a la mano de obra y avanzar hacia sistemas de producción más sostenibles”.
En este sentido, Molina afirma que “los datos constituyen un sustento técnico de gran relevancia, hoy disponible para el sector productivo, y han permitido dar respuesta directa a las demandas planteadas por los propios actores de la cadena”. “Su generación no habría sido posible sin el apoyo, la participación activa y la apertura del sector privado, lo cual pone de manifiesto la importancia de una vinculación público-privada sólida, capaz de impulsar investigaciones aplicadas y de alto impacto para el sistema productivo”, concluyó la investigadora.





