Llegó la hora de la verdad para Rodrigo Paz Pereira. Este sábado 8 de noviembre no fue solo un día de protocolar relevo; marcó oficialmente el fin de casi dos décadas de dominio del Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia. Con la asunción de Paz, el país se alista para un cambio de rumbo político, económico y diplomático que tendrá ecos en toda la región.
La ceremonia de investidura, que se llevó a cabo bajo la lluvia en La Paz, contó con una significativa presencia de líderes internacionales, destacando la asistencia de los jefes de Estado regionales como Santiago Peña (Paraguay), Yamandú Orsi (Uruguay), Javier Milei (Argentina), Daniel Noboa (Ecuador) y Gabriel Boric (Chile). Esta concurrencia fue especialmente agradecida por Paz en su primer discurso, en el que se refirió a la lluvia como un acto de limpieza de la “Pachamama”.
El juramento lo tomó su acompañante de fórmula, Edmand Lara Montaño, un excapitán de la Policía que ya anticipó que acudirá al evento luciendo el uniforme de la institución de la que fue dado de baja. Luego Paz dirigió a la nación, delineando las primeras acciones de una gestión que su propio equipo definió con crudeza: la economía está “arrasada” y “en terapia intensiva”.
La herencia
El presidente saliente, Luis Arce, dejó una situación macroeconómica profundamente desfavorable. Las cifras son elocuentes y limitarán el margen de maniobra inicial del nuevo gobierno:
- Decrecimiento del -2,4% al primer semestre.
- Inflación acumulada del 19,2% en los primeros diez meses de 2025.
- Déficit público bordeando el 5% hasta junio.
- Escasez estructural de dólares y sectores productivos semiparalizados por la crisis de los combustibles.
El legado de casi 20 años del MAS quedó ensombrecido por denuncias de corrupción, una evidente desinstitucionalización, el sometimiento del poder judicial y una larga lista de proyectos estatales millonarios que resultaron ineficientes. En una crítica lapidaria, el expresidente Jorge Quiroga insistió en que el periodo estuvo marcado por la “gastadera y robadera”.
Relaciones exteriores
Desde su victoria en el balotaje del 19 de octubre, Paz Pereira ha ido anticipando los tres ejes centrales de su administración:
- Giro internacional: Se espera un marcado acercamiento a Estados Unidos, revirtiendo la política de distanciamiento de los últimos gobiernos. Esta señal fue validada con la llegada del subsecretario de Estado estadounidense, Christopher Landau, quien destacó el inicio de una nueva era de cooperación.
- Economía productiva: La promesa de trabajar de la mano con los sectores productivos para reactivar una economía que necesita desesperadamente dólares e inversión.
- Federalismo de recursos: Delinear un nuevo marco de redistribución de recursos con las regiones, un tema siempre sensible en la política boliviana.
La expectativa regional se reflejó en la presencia de 52 delegaciones internacionales. A la Plaza Murillo llegaron cinco presidentes de la región: Javier Milei (Argentina), Santiago Peña (Paraguay) y Daniel Noboa (Ecuador), que se suman a Yamandú Orsi (Uruguay) y Gabriel Boric (Chile), que arribaron el viernes.
Críticas y promesas
El presidente Rodrigo Paz dirigió sus primeras palabras a la nación, agradeciendo a los mandatarios presentes y a las delegaciones internacionales. Remarcó que “esta es la nueva Bolivia que se abre al mundo. Nunca más una Bolivia aislada, sometida a ideologías fracasadas”.
Paz subrayó el carácter de su mandato al indicar: “Este lugar no es de poder, es un mandato de servicio a la Patria. No nos han entregado un trono, si no una tarea”. Acto seguido, prometió libertad, responsabilidad y respeto a la ley: “Comienza un tiempo de libertad y también de responsabilidad. Nadie está por encima de la ley ni de la Patria”.
En un tono firme, el nuevo mandatario criticó la situación heredada de la anterior gestión, describiendo que “Nos dejan un país quebrado. Un país cansado, dividido, endeudado moral y materialmente. Nos dejan la peor crisis de las últimas cuatro décadas”. Advirtió que el “malgasto fue algo bueno, nos traicionaron”, y que la deuda asciende a “40.000 millones”. En ese marco, sentenció: “Nos traicionaron y la traición se paga en Bolivia”.
El eje de su plan de gobierno pasa por terminar con el “Estado tranca”, al que tildó de “corrupto y excesivamente burocrático”. El presidente aseveró que “la ideología no te da de comer. Lo que te da de comer es el empleo, la producción, el respeto a la propiedad privada”. Finalmente, interpeló a los expresidentes sobre los recursos naturales: “Evo, ¿dónde está el litio? Arce, ¿dónde está el litio, el gas?”, concluyó entre aplausos.
Fuente: Agencia de Noticias NA





