Aquí donde Qatar intenta fabricar a sus futuros cracks, en estas mismas canchas de la Academia Aspire, uno de los centros deportivos más importantes del mundo, los pibes argentinos dieron arranque a un nuevo sueño, justo en la tierra prometida.
Donde Lionel Messi levantó hace casi tres años su Copa del Mundo, la tercera de la Selección Mayor, los chicos comandado por Diego Placente quieren darle a la vitrina de la AFA el único trofeo que le falta: el Mundial Sub 17. Y el debut fue con un triunfazo por 3 a 2 ante Bélgica, el rival más duro del grupo D (en el otro cruce Túnez goleo 6 a 0 Fiji). El próximo compromiso será este jueves ante Túnez, a las 10.30 (hora de Argentina).
Los enormes belgas fueron el duro primer escollo. Fue un estreno complejo, principalmente desde lo físico. Los jugadores europeos, en su gran mayoría, les sacaban una cabeza o más a los albicelestes.
El centímetro pasaba el metro ochenta por lejos en toda la defensa y hasta en los juveniles del ataque de Bélgica. El arquero, Lucca Brughmans, medía 1,97 metro.

Pero los chicos argentinos sacaron adelante un duelo cambiante en el resultado. Y la clave estuvo en el banco. Placente refrescó jugadores cuando tuvo que hacerlo y el ingreso del posadeño Facundo Jainikoski, uno de los cinco convocados de Argentinos Juniors, resultó fundamental para dar vuelta la historia con un gol y una asistencia.
Las canchitas de Itaembé Guazú fueron las primeras que se arremolinaron de polvo con sus corridas y goles. De chiquito nomás, la pelota fue su juguete preferido. Empezó a patearla en Argentinos de Posadas y luego por el club Andrés Guacurarí. Hasta que a los 11 años le llegó la prueba en el Bicho de La Paternal, que le cambió la vida.
Su mamá, Daniela, le armó un bolsito con lo mínimo e indispensable porque era viajar a Buenos Aires, probarse y volver. Por eso fue solo. Sin embargo, el fútbol le cambió todos los planes. “Su hijo se queda en la pensión, está fichado”, le dijeron a Daniela por teléfono. Ella tuvo que viajar para llevarle más ropa, porque Facundito no tenía más que lo puesto y, claro, sus botines.

“Me fui a probar y no me dejaron volver porque quedé. Ya me tenía que quedar ahí. Tuve que hablar con mi familia para que me trajeran todas mis cosas. Al principio me costó porque al irme tan chico uno extraña a la familia, a los amigos,a su lugar. Lleva tiempo adaptarse, pero pude seguir por mi sueño y acá estoy”, recordó Jainikoski mano a mano con Clarín luego del partido.
“Siempre que pienso en eso es único. Yo sé todo el proceso que pasé y el esfuerzo que tuve que hacer para estar donde estoy hoy. A mis amigos del barrios los tengo muy presentes porque están para mí”, agregó el chico que clavó el 2 a 2 provisorio y que luego asistió a Felipe Esquivel para el tanto de la victoria.
“Cuando entré pude marcar y después lo pudimos dar vuelta. Cada vez que me toca jugar con esta camiseta trato de dejar la vida”, dijo con mucha emoción el misionero desde la lejana Qatar.
Luego, le consultaron que se le vino a la cabeza, al entrar a la cancha y tener su debut mundialista: “Lo primero que se me vino a la cabeza fue mi familia, que no pudo estar acá en la cancha pero siempre están. Lo primero que voy a hacer es llamar a mis viejos y a mis hermanos para dedicarles esto”, contó con la sonrisa imborrable en su cara.

Pero para terminar riendo, primero hubo que trabajar un encuentro muy duro. En el otoño qatarí hace calor durante el día, pero el sol se refugia temprano detrás de las dunas del desierto y a eso de las 18 la temperatura se vuelve agradable, de unos 23 o 24 grados. Por eso, a los 15 minutos del primer tiempo ya el cielo se había oscurecido y la tarde ya era historia. Y después de un inicio un tanto sofocante para la Argentina, pero por un dominio belga más que por el calor, la frescura del fútbol celeste y blanco empezó a fluir.
Desde el primer pase siempre preciso de Alejandro Tello en la mitad de la cancha y con las proyecciones de Santiago Silveira por la derecha, encontró un hueco por donde escurrírsele a los lungos adversarios. Justamente de esa sociedad llegó el centro de Silveira y el gol de Ramiro Tulián, luego de un rebote en el área.
Argentina pudo haber aprovechado ese golpe porque tuvo más chances que no concretó. De estar para el 2 a 0 a irse 1 a 1 al descanso por un descuido en el último de los cuatro minutos adicionados.
Un centro de izquierda a derecha, un rechazo defectuoso de Simón Escobar y Arthur De Kimpe, el lateral diestro de Bélgica que no perdonó con un tiro cruzado que Alber Castelau, el arquerito juvenil del Real Madrid, tocó pero no llegó a desviar del todo.
Pese a ese inoportuno gol, la Selección mantuvo el ímpetu en la segunda parte. Sin embargo, cuando estaba para el segundo fue Bélgica el que pegó otra vez de manera inesperada. Una serie de rebotes en el área albiceleste terminó en los pies de Stan Naert, que la mandó a guardar.
Parecía que todo se ponía negro, aunque lo dicho: los cambios de Placente, con los ingresos de Bouhier, Esquivel y Jainikoski, principalmente, le dieron el impulso necesario para darlo vuelta con el aporte trascendental de ese pibito de Posadas que llegó al semillero de La Paternal con lo puesto y le muestra al mundo que la pilcha de la Selección le queda pintada.
FUENTE: clarin.com












