La observación más común sobre el aumento de peso suele centrarse en el estómago o en la incomodidad que provoca la ropa ajustada. Sin embargo, una zona del cuerpo menos considerada pero igualmente reveladora es el cuello. Su grosor, ya sea mayor o menor al habitual, puede alertar sobre problemas de salud subyacentes.
El índice de masa corporal (IMC) es la medida convencional para estimar la grasa corporal, calculando el peso dividido por la altura. Aunque útil, su precisión disminuye en casos como el de los fisicoculturistas, cuya mayor masa muscular altera el resultado. Por ello, medir la circunferencia del cuello aporta información complementaria sobre el estado físico.
Según el Dr. Shiv Kumar Sarin, director del Instituto de Ciencias Hepáticas y Biliares de Delhi, la circunferencia normal del cuello debe oscilar entre 33 y 35 centímetros en mujeres, y entre 37 y 40 centímetros en hombres. Si bien ciertos deportistas, como boxeadores y jugadores de rugby, desarrollan cuellos más gruesos por entrenamiento, un aumento fuera de contexto puede representar un riesgo.
El profesor Amitav Banerjee, de la Facultad de Medicina DY en Pune, indica que un cuello anormalmente grueso suele asociarse con obesidad y otras enfermedades relacionadas. La grasa en esta área es diferente a la subcutánea habitual, pues incluye grasa visceral activa metabólicamente, que afecta parámetros como el azúcar en sangre, colesterol y presión arterial.
Un cuello más grueso de lo normal puede señalar la presencia de síndrome metabólico, condición que incrementa riesgos de diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares, debido a la disolución de tejido graso en la sangre. Además, esta situación puede complicar trastornos como el hígado graso, hipertensión y apnea del sueño, resaltan especialistas.
Para quienes tienen un cuello más grueso de lo recomendado, el Dr. Ahmed Elbediwy de la Universidad de Kingston aconseja mantener la calma y promover hábitos saludables. Una dieta balanceada, actividad física regular y un sueño adecuado pueden reducir la grasa corporal y mejorar la salud metabólica general.
En contraste, un cuello más delgado de lo habitual podría ser señal de anemia, según la doctora Atreya Niharachandra, de Bangalore. En algunos casos, estas personas requieren suplementos de hierro, vitaminas o incluso transfusiones. Además, anomalías congénitas como la presencia de una vértebra cervical extra pueden influir en el aspecto del cuello, aunque son generalmente benignas.
Finalmente, condiciones como el bocio —hinchazón causada por inflamación de la tiroides— también se manifiestan en el cuello. Aunque no suele doler, su aparición debe ser evaluada por un médico. Observar atentamente el cuello puede ofrecer importantes pistas sobre la salud general que a menudo pasan desapercibidas.
Fuente: BBC Mundo









