Villa Urquiza celebró sus 90 años el 18 de octubre y en la plaza central del barrio hubo festejos. Numerosas familias se congregaron para disfrutar de una noche de espectáculos, música y danza, acompañada de mate y tortas fritas.
El sacerdote Raúl Amarilla, de la parroquia Inmaculada Concepción, realizó una invocación en la que destacó la importancia de fortalecer los lazos entre el estado, la comunidad y la fe, haciendo un llamado al bienestar común y a la convivencia solidaria.
El delegado municipal, Hugo Almeida, dijo que “comprender como se forjó esta comunidad nos ayuda a trabajar en unión y llevar soluciones para mejorar la calidad de vida de todos”. Remarcó que “celebrar nos permite recordar los inicios, la historia del barrio, realzar la identidad de los vecinos que habitan las chacras 8, 9, 12 y 14”.
Los vecinos también compartieron charlas y anécdotas. Entre ellos, Rosa Benítez recordó los años vividos en el barrio hace más de seis décadas y expresó su alegría al ver que ahora son sus nietas quienes crean nuevas experiencias en el mismo lugar. Elena Cortéz, exvicedirectora de la Escuela Polivalente 1, evocó sus primeros años en el barrio, cuando eran apenas un puñado de familias.
“En aquel tiempo existía una estafeta de correo donde también funcionaba el Registro Civil. El empedrado fue un cambio importante que marcó el progreso de la zona. Hoy el barrio cuenta con grandes patrimonios como la escuela y la iglesia, que son símbolos de identidad para todos nosotros”, aseguró.
El escritor y trovador Miguel Ángel “Torito” Méndez (81) compartió una poesía inspirada en la emblemática plaza del barrio, evocando recuerdos de su infancia y de los primeros tiempos, que sirvieron de inspiración a su obra.
Contó que su familia estaba constituida por sus padres, Inocencio “Chencho” Méndez y Elisa Morel, y doce hermanos quienes residían sobre la avenida Marconi, donde su papá, que había llegado desde Ituzaingó, Corrientes, adquirió dos terrenos gracias a su trabajo en el molino.

“Los compró en cuotas, pero, como hubo una huelga le dieron de baja y tuvo que devolver una parcela. En la tierra que le quedó, tenía una especie de estancia en miniatura, con toda clase de animales y plantaciones”, señaló. Más tarde compró un carrito y trabajó como fletero, con una parada designada en Félix de Azara y Santa Fe.
A Don Inocencio le gustaba el fútbol. “No jugaba, pero reunía a los niños para que jugaran en su equipo, el ‘Once tigres’, con el que recorría los barrios. Luego lo denominaron Club Atlético Villa Urquiza, que integró la Liga Posadeña.
Cerca vivía “Tito” Retamar que comenzó con un equipo de fútbol de mujeres y propuso que formen parte de la Liga, pero le negaron rotundamente. Más adelante fue el primer equipo en integrarla y en recorrer la provincia”, relató Méndez, casado con Delia Maidana y padre de Paola, Fernando y Pablo.
Recordó que a unas cuadras había un lavadero público de ropas, adonde concurrían las mujeres del barrio para utilizar el agua de las canillas.

Antes, Villa Gutiérrez
Los orígenes de Villa Urquiza se remontan a principios del siglo XX, cuando Teodoro Kops adquirió tierras en las chacras 10, 11 y 12 y convocó a familias a establecerse en la zona. En la chacra 10 funcionó el Matadero Municipal hasta 1916, año en que se trasladó hacia el arroyo Zaimán.
Posteriormente, el estanciero Blas Gutiérrez compró una propiedad que se extendía hasta el río Paraná, dando origen al nombre Villa Gutiérrez.
En 1916, el gobernador Gregorio López impulsó la construcción del Hospital Regional -hoy Dr. Ramón Madariaga- y finalmente, en 1935, el intendente Armando López Torres dispuso que el barrio pasara a llamarse Villa Justo José de Urquiza, nombre que conserva hasta la actualidad.

Miles de aportes
“Historia de mi barrio: Villa Urquiza” es la obra del docente Rubén Darío Motta que relata la historia, los personajes y la memoria de uno de los lugares más emblemáticos de la capital misionera. Aquí hace mención a los grandes bailes que se hacían en la pista del Club General Urquiza (Ameghino y Rademacher) donde “era obligación ir de corbata o si no, no entrabas. Tocaba la orquesta de Ricardo Ojeda, Panchito y su Montecarlo Jazz, Los Dallmann y Los Huracanes”.
Por el club Jorge Gibson Brown, sobre avenida Cabred y Yerbal, pasaron figuras de la época como José Roberto “Lechuga” Villalba, “el ‘Pelé’ misionero, que surgió en Villa Urquiza, pasó a Atlético Posadas, y llegó a Estudiantes de La Plata, pero no se adaptó”.
Frente a este estadio se encontraba el Cine Avenida “donde los domingos la gurisada iba al matiné a mirar tres películas por 10 centavos. El cine funcionó en la Sociedad Polaca”, contó y citó las dos escuelas más emblemáticas: la Inmaculada Concepción y la Escuela 76 Marina Argentina.
Nombró a la primera estafeta de correo del barrio ubicada sobre la avenida López Torres, a pocos metros del hospital. Recordó que en 1962 se asfaltó la avenida Cabred –en honor al Dr. Domingo Cabred, quien colocó la piedra fundacional del Hospital Ramón Madariaga-. Allí, se llevaron a cabo los primeros desfiles de carnaval.






