
Este jueves comenzó una nueva ronda de testimonios en la tercera audiencia del juicio por la tortura y el homicidio de Carlos Guirula (33) en un motel posadeño, en julio de 2014, y que tiene a seis policías acusados de “torturas agravadas seguida de muerte” y “ocultamiento de pruebas”.
En la segunda jornada de debate, el policía Carlos Da Silva, uno de los seis imputados, apuntó directamente contra la oficial Lourdes Tabárez, encargada de la comisión de la Comisaría Decimotercera aquella jornada, y también acusó al suboficial Ricardo Escobar, quien llegó de refuerzo al conflicto desde el Comando Radioeléctrico Centro.
Este jueves, tuvo lugar un testimonio importante y de uno de los más complicados, Ricardo Escobar. El efectivo fue interrogado por el fiscal Vladimir Glinka y su defensora Mónica Olivera y apuntó que “yo le apoyo el pie en la espalda del detenido sin ejercer fuerza. Cuando, a una cuadra o dos, veo que ya no se movía, le saco el pie”, relató acerca de su participación.
El policía describió que, al llegar al motel donde fue detenido Guirula, observó “una situación violenta”: “Vi que estaban forcejeando, que le estaban pegando para bajarlo del auto. Entre Servián y Da Silva. La oficial Lourdes Tabárez estaba exaltada, gritaba ‘hijo de puta, ahora vas a ver, quién te cree que sos vos’, y le propinó patadas de punta de pie por la costilla o la cintura, mientras Guirula estaba boca abajo y todavía no lo habían esposado”.
Sostuvo que se lo acusa de haber “ido saltando en la espalda de Guirula”, lo que consideró imposible: “Si fue así tan aberrante como dicen, por qué nadie me paró o me golpeó la camioneta, reconozco que le apoyé el pie en la espalda sin ejercer presión, por mi seguridad, la del demorado y mis propios amigos”, apuntó.
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En este marco, fue contra los otros acusados Carlos Zidorak y Carlos Da Silva, quienes declararon ayer y apuntaron a Tabárez y a él mismo como responsables. “No sé si existe un testigo que puede decir algo similar, alguien fuera del contexto del personal policial. Alguien que diga que el policía iba bailando o saltando. Creo que son dos camaradas que me están acusando a mí. Yo le puse el pie pero no voy a permitir que se diga estaba bailando”, aclaró el acusado.
En este apartado, fue consultado acerca de quién dio la orden de que suba a la camioneta policial de la comisaría Decimotercera, si él no pertenecía a la “Brigada”. “El oficial Carlos (Zidorak) le dice a la oficial Lourdes Tabárez que lo lleven al médico, pero ella ordena que lo lleven a la comisaría. Y ella da la orden de que todos nosotros subamos a la cajuela a acompañar al detenido. Esa orden fue acompañada por el oficial Carlos Zidorak”, explicó.
Además, negó haber dado órdenes a otros efectivos y de tirar gas pimienta a Guirula, aunque sí reconoció la presencia del lacrimógeno. “Cuando venía del móvil ya (Guirula) estaba en la cajuela. Se sentía el olor, tiene una fragancia particular. Entendí que Saravia le tiró, pero yo no vi. Sentí que tiraron porque queda el picante en el aire”, relató. Agregó que durante su formación policial habían sido entrenados para resistir gases lacrimógenos, lo que le permitió reconocer el olor.
Guirula cayó como “peso muerto”
Escobar estuvo más de 40 minutos en el banquillo respondiendo. Seguidamente, el fiscal Glinka pidió que precisara su posición en la camioneta tras reducir y subir a Guirula a la “chata” policial. “Yo iba bien pegado sobre la cabeza, pegado al hierro que está por arriba del techo. No había lugar, veníamos apretados, el cuerpo abarcaba toda la camioneta. La cajuela iba cerrada”, dijo. El pie estaba “levantado, doblado”, apoyado de manera tal que “parecía sobre la espalda”, sumó.
Según su testimonio, el traslado duró “unos diez minutos aproximadamente”. Al llegar, dijo que bajaron todos y que él mismo observó el estado del detenido: “Le alumbré con mi linterna, estaba esposado y tenía todos los dedos morados. Les dije que miren cómo está la mano de este y que le saquen las esposas. Cuando se las sacan, cae como peso muerto”.
Añadió que un compañero “le arrojó agua en el rostro” para ver si reaccionaba, pero Guirula no respondió. “Se le movió para ver si respondía y nada. Lo llevamos a la caja ( de la camioneta), quedó boca arriba, se informó al 911 y al 107, y Saravia empezó a practicarle maniobras de RCP”. “En ningún momento se ocultó nada ni se negó nada. Se informó todo como correspondía”, aseguró.
Tercera jornada de debate, tercera de dificultades para comunicar
“Bienvenida al Poder Judicial, un poder amplio, abierto, que construye todos los días, que desafía todos los días, que hizo suya la tecnología sin dejar de lado la humanidad, bienvenida a un Poder Judicial diseminado por los cuatro puntos cardinales”. La frase fue escuchada el lunes en la entrada al Palacio de Justicia y corresponde a Rosanna Pía Venchiarutti Sartori, presidenta del Superior Tribunal de Justicia en su saludo ceremonial luego que jurara la flamante, novena integrante del cuerpo de ministros, Valeria Fiore Cáceres.
Este jueves, y por segundo día consecutivo en el Tribunal Penal 2, periodistas que cubren habitualmente, algunos desde hace varios años e incluso antes que fueran elegidos los actuales jueces, debieron realizar su trabajo desde el piso, sin derecho a cubrir la audiencia sentados en una silla y sin ninguna respuesta a la pregunta: ¿Por qué?
Vale aclarar que, el martes durante la primera audiencia del juicio a los seis policías, las autoridades del tribunal negaron el ingreso a la sala a cronistas bajo la incontrastable afirmación: “No hay espacio”.
Y también es necesario agregar: la transmisión vía YouTube del debate tiene constantes fallas de audio. Factor clave e imprescindible para cronicar un testimonio o registrar el desarrollo.







