Todos nos merecemos una madre amorosa, nutritiva, llena de buena energía y luminosidad, pero no es así. La realidad nos habla de mujeres que tuvieron una vida antes que nosotros, que estuvieron en el vientre de otra mujer, que fue niña, adolescente y que pasó por varios momentos difíciles.
Cuando una mamá actúa en su rol, lo hace desde lo aprendido, lo vivido en su propia historia y también lo heredado. A todos esos momentos se le suma el que vive ella, con su esposo o no, sola o acompañada, siendo feliz o padeciendo dolores invisibles. Una de las premisas para todo ser humano es conocer que la madre es la que nos permite ser exitosos o no, es el canal hacia una vida abundante y de reconocimientos.
¿Cómo tomar a la madre para no padecer la falta de autoestima, los miedos al éxito, a enfrentar a la sociedad, a ser incluso buena o mala madre? “Tomar” significa primero reconocerla, conocer su historia, saber qué está o estaba viviendo en el momento en nací y fui pequeño, me dio amor o estaba llena de rabia, odio, resentimiento, hacia una vida que consideró injusta, todo eso debemos analizar para llevar a cabo el proceso perfecto de “Tomar” a mamá.
Luego veremos nuestros miedos, y desde allí miramos cómo la juzgamos porque si juzgamos a mamá porque no hizo lo que yo quería, no fue como yo quería o no tomó la decisión que yo quería, entonces la estamos mirando desde un escalón de superioridad. Descender de ese escalón, y bajar incluso uno más hasta quedarnos en hijos (hijas) aprendices, dependientes de ese ser que me nutre, ya sea en alimento o en conocimiento, recién ahí comenzará el verdadero proceso de “tomar a mamá”.
Las madres
Existe un motivo importante que nos abrirá los ojos para comprender un poco más a mamá. Es que esa mujer que tenemos como madre se comporta con nosotros respondiendo a lo que está viviendo ella en ese momento. No tiene que ver con su amor hacia los hijos, eso está en otra dimensión, tiene que ver con su propia experiencia. Si está siendo su vida difícil, si tiene miedo, si no puede ser como desea, eso afectará su relación con sus hijos.
Incluso debemos saber que no es la misma mamá para todos los hijos porque con cada uno ella estará viviendo una etapa diferente en su vida. Otras emociones, otras experiencias la motivarán como humano y eso se traduce en su relación con cada hijo. El arquetipo de la madre nos enseña sobre el amor, el miedo y enfrentar a la vida es fundamente para alcanzar el sentido de la individuación.
Miramos a nuestra madre y estamos mirando también a su madre, influye en nosotros tanto la abuela materna como la paterna, cada una de las mujeres nos están mostrando la vida misma. Somos nosotros los que elegimos cómo vivirla en función de lo aprendido y experimentado, qué deseamos repetir y qué no. Tanto hijas mujeres como varones, cada ser tendrá sus propias experiencias y por eso somos únicos e irrepetibles.
Muchos hijos suponen que hay un “preferido” en su amor, pero el amor de madre es para todos, solo que ella como mujer puede ser luminosa y amorosa o devoradora y posesiva. Identificar esos arquetipos nos llevarán a entender que lo que ahora necesitamos es lo que nos faltó porque esperábamos de ella algo que ella no tenía para dar porque también le faltó.
Del éxito y permiso
En la imagen de la derecha vemos a la madre mostrándole a sus hijos el sol, esa mirada hacia adelante, esas manos que se toman para enfrentar la vida con la fuerza de cada Ser. Te soltaré para que vivas y experimentes, dándote todo lo que tengo desde mi experiencia, desde mis dolores y alegrías, tu toma lo que te haga falta y crea tu vida, hazla maravillosa, haz que sea plena, completa, exitosa y feliz.
Cuando una madre es la devoradora, la que limita y controla por temor, aferrándose, entonces oprime y limita la independencia. Todas las madres tienen lo mismo que tenemos todos los seres humanos, nuestras luces y sombras. La madre duele porque es la que nos dio la vida, la que nos nutre y nos asegura la supervivencia, el niño se aferra para sobrevivir. Cuando somos adultos y no superamos, no somos libres, no tomamos decisiones solos, dependemos por miedo a ser abandonados es porque estamos viviendo desde la herida no sanada, somos niños en cuerpos de adultos.
Mamá nos llevará al éxito y nos dará permiso siempre y cuando nosotros estemos dispuestos a soltar esa dependencia y tomar nuestra vida.
Ser conscientes
Los problemas de celos, la posesividad o tendencia a querer controlar a los hijos, pueden ser algunos de los motivos del desprecio y el rechazo hacia el padre o la madre. “¿Por qué no soporto a mi madre?” o “¿Por qué siento rechazo hacia mi madre?”.
Me hago un escaneo, siento, detecto su origen: puede que sea muy controladora o manipuladora. Lo que sea, no importa ella sino lo que yo siento.
Si eres esa madre, entonces es bueno realizar tu camino, “¿Qué siento?”, “¿Permito a mis hijos ser libres?”, “¿Les muestro mi confianza en ellos?”, “¿Permito que tengan una relación con su padre, sus abuelas, amigos?”. Los trabajos de reconocimiento se realizan según la etapa en que estemos viviendo.
Ver la responsabilidad como madres y ver el compromiso como hijos, pero cada quien con su propio yo, con su propia vida.
Hay madres atrapadas en su niñez, son las que demandan atención, las que no desean crecer, y suponen que su proyecto de vida es la vida de sus hijos.
Estas personas no completaron el proceso de individuación consciente, ese en el que nos reconocemos como seres con una misión que tiene que ver con producir, evolucionar, y luego dar. Ese proceso es propio de cada ser humano que no puede ser trasladado a otra persona, es solo tuyo.
Al no cumplir el proceso se produce el estado dependiente, dependo del amor de otros, de la contención de otros, mi felicidad o tristeza están condicionadas con lo que pasa afuera de mí. Esta situación nos hace infelices, sentimos el vacío y tememos avanzar.
La pregunta es: “¿Qué siento?”, “¿Cómo me siento?”, “¿Qué estoy haciendo de mí?”. Este es el mayor reconocimiento que le haremos a nuestra madre y también lo haremos como madres.
Tomar tu herencia
No toca juzgar, ni cuestionar, ni desear cambiarla, toca comprender, aceptarla tal y como fue para poder ser tal y como somos. Siempre en el marco de la evolución y el crecimiento. La sanación se realiza primero sintiendo ese resentir, sacar todo lo que quisimos decir y no pudimos, hacerlo por escrito y en voz alta. No tirárselo en la cara, esto se realiza a solas, es entre tú y tu yo. Expresa tus miedos, tus enojos, tus dolores, sin límites.
En este momento ya estás listo, lista, para tomar a tu madre tal y como es. Bendecir tu momento, darte seguridad y expresar tu más sincera decisión de tomar tu herencia, esa que ella te dio: la vida, para hacerla mejor que ayer. Crea tus tiempos de felicidad plena y compártelos con quien te dio la vida y luego con tus hijos si sos madre.
Hoy es el Día en que reinicias, comprendes, reparas, cada año, esa relación que permanece unida para siempre, más allá de los límites de la conciencia.
Generaciones de madres en tu haber
Esas abuelas madres, esas madres que desde el fondo de su propio ser nos envían la fuerza y el poder para tomar lo que nos hará falta en cada momento de la vida.
Cuando estamos en equilibrio con nuestros ancestros es cuando no necesitamos controlar nada, simplemente estaremos aceptando nuestra mejor herencia.
El poder de la abuela paterna nos lleva al éxito, a la abundancia, a conocer la vida de la riqueza. Para lograrlo podemos retomar ese lazo olvidado, conocer su historia, pero no como la abuelita sino como mujer. Fue fuerte, luchadora, amorosa, distante, todo lo que fue te trajo hasta acá.
De la abuela materna recibimos el calor del hogar, la identidad, la profesión, las relaciones de pareja, en la vida y con amigos. Este será el éxito que nos acompañará en las diferentes etapas. El perfil de mamá, me abrazó en su vientre, me alimentó con sus células, su sangre, me hizo lo que hoy físicamente soy y en mi genética tengo su potencial. ¿Quién en su sano juicio elegirá sus dolores para repetirlos? ¿Quién en su sano juicio preferirá sufrir?
El mejor regalo que nos dieron es nuestra vida y el mejor regalo que les daremos es nuestra vida plena, feliz, completa.
El Día de la Madre es ese completo momento en el que el hilo dorado que nos une eternamente brilla con fuerza, se hace fuerte y nos atraviesa con profundo amor.
Abro los brazos para recibir las herencias y armas que usaremos a partir de ahora. Sentirnos libres de elegir qué vida deseamos vivir a partir de ahora y me entrego a ser hijo, hija, como me entrego a ser madre o padre.
Visualización sanadora
Ahí están las mujeres de tu vida, las que te están dando lo mejor, te entregan sus joyas entre las que están el oro, la sabiduría, el entendimiento, la inteligencia emocional, el poder de adaptación y regeneración. Abro los brazos para recibir los regalos con una gran sonrisa. Ahora agradeces a tu madre, a tu abuela y a tu bisabuela. Les dices:
“Gracias por lo que me dieron. Gracias por permitirme transformar esta historia”. Mirar al futuro, sintiéndose sostenida, sostenido por la fuerza de tu linaje.
Rosanna Toraglio
Periodista
BioPsicoTerapeuta Consultas: 3764-120222








