Desde chico, Germán Rodoni entendió que su mundo iba a estar hecho de imágenes. A los siete años, el dibujo era su pasatiempo favorito; a los quince, ya trabajaba como muralista, letrista y fileteador. Los oficios tempranos le enseñaron la paciencia del trazo, el valor de la prolijidad y la importancia del oficio bien hecho. Con el tiempo, esa base artesanal se convirtió en el pilar de una trayectoria que hoy, casi cuatro décadas después, sigue creciendo y sorprendiendo.
Su formación fue amplia y diversa: estudió Diseño Gráfico en la universidad, asistió a cursos de pintura y escultura, y nunca dejó de aprender trabajando. El gran punto de inflexión llegó cuando descubrió la aerografía.
Hoy, Rodoni es reconocido como un maestro de la aerografía. Su estilo se caracteriza por un hiperrealismo minucioso que logra aplicar sobre cascos, vehículos y todo tipo de superficies, desde las más tradicionales hasta las más inesperadas. Construye realidades tan nítidas que parecen escapar del soporte para instalarse en el mundo tangible. “Lo más lindo de esta profesión -dice- es generar ese asombro en quien lo estaba esperando o lo quiere admirar”.
Su amor por la naturaleza misionera, lo lleva a retratar con detalle y respeto a sus protagonistas: yaguaretés que acechan con mirada viva, tucanes que invitan a alzar la vista, selvas que respiran humedad.
Claudia Olefnik
Artista plástica
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