“Madurez es lo que alcanzo cuando ya no tengo necesidad de juzgar ni culpar a nada ni nadie de lo que me sucede” Anthony de Mello.
¿Quién de nosotros no ha culpado al otro por lo que nos sucede? Es una reacción común: depositamos en los demás la responsabilidad de nuestras decisiones o, incluso, de nuestros silencios.
La libertad, ese preciado derecho humano tan anhelado, exige que nos hagamos responsables. Viktor Frankl decía que, junto a la Estatua de la Libertad, debería haber una de la Responsabilidad, porque una es necesaria para la otra.
Lo que ocurre es que en nuestra sociedad los valores están distorsionados. Hoy, cuando se busca un responsable, ¡nadie aparece! Las redes sociales se han convertido en un espacio para descargar frustraciones, a menudo hablando mal de otros sin fundamentos, y al no haber consecuencias, muchos lo hacen. Esto nos confunde; llegamos a creer que, si nadie se responsabiliza, nosotros tampoco tenemos que hacerlo. Sin embargo, los valores esenciales como la libertad, la responsabilidad, el respeto y la honestidad perduran a través del tiempo.
Cuando tomamos las riendas de nuestra vida, al decidir, sabemos que nuestras acciones pueden tener resultados positivos o negativos, y que siempre conllevan una consecuencia. Los verdaderos cambios en el mundo solo se darán cuando tomemos conciencia de que la sociedad está construida por cada uno de nosotros. Si queremos cambiar algo, ¡debemos empezar por nosotros mismos!
La idea de esta reflexión es observarnos: ¿Cuando algo nos sucede, lo primero que hacemos es culpar a otros o nos responsabilizamos por lo que hemos decidido (o por lo que hemos permitido que otros decidan por nosotros)? A veces, es más sencillo que nos “lleven de la mano” como a un niño. Pero madurar significa precisamente eso: asumir la responsabilidad de nuestras elecciones.
Por eso, hoy te pregunto: ¿Decides tú tu propia vida? ¿Cómo querés vivir? ¿Dónde querés trabajar? ¿Con quién querés vivir? ¿Tomás tus propias decisiones o dejás que otros te digan hacia dónde ir? Hacéte estas preguntas con cariño y sin juzgarte. Recordemos que la vida es nuestra. Los demás nos acompañan, son compañeros, pero somos nosotros quienes podemos elegir qué queremos y qué no. Bendiciones.
Prof. Paula Vogel
Gimnasia para el Alma.
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