La colectividad Checa volvió a abrir sus puertas en la 45ª edición de la Fiesta Nacional del Inmigrante con un brillo especial. Las remodelaciones de su casa, la apuesta gastronómica y la fuerza de los jóvenes que mantienen vivo el ballet, se sostienen también en una historia marcada por la memoria de Andrés, hijo de la presidenta Zylka Rosalia, quien falleció en 2022 pero sigue siendo motor de cada logro.
“Este año nos super preparamos, como habrán visto, hemos remodelado toda nuestra casa. La parte externa se modificó para un mejor acceso y también diseñamos baños externos para un mejor servicio a las personas que nos visitan”, contó Rosalia. Las obras apuntaron a resolver un problema histórico: la capacidad de atención. “Queremos que la gente pueda entrar más cómodamente, que se sienta bien recibida. Eso para nosotros es fundamental”, agregó.
En la gastronomía, la colectividad apostó a innovar sin perder lo clásico. “Este año fuimos un poquito más a lo dulce. Tenemos un buffet libre donde las personas, en un solo plato, pueden probar toda nuestra gastronomía, sin necesidad de elegir solo un plato. Y les pedimos que no dejen de probar los postres de amapola con frutos rojos, que están riquísimos”, señaló. Entre las novedades se destaca la clásica torta de ricota y amapola, ahora con un agregado de frutos rojos y mermelada, sabores típicos de la tradición checa.
Pero detrás de la preparación y la fiesta, late una historia personal y colectiva. La familia Rosalia es socia fundadora de la casa y desde 2016 mantiene una presencia activa. Fue Andrés, el hijo mayor, quien impulsó a todos a comprometerse. “Es acá donde uno valora mucho más porque al perder una persona, un hijo, un hermano, tuvimos que hacernos muy fuertes para no dejar esto. Pensamos en Andrés, que fue el que nos metió básicamente en todo esto. Andrés tanto luchó porque esta casa siempre esté abierta, porque mantenga a los jóvenes en la casa”, recordó su madre.
Josefina, su hermana, asumió esa responsabilidad en medio del dolor. “A pesar de lo que nos tocó vivir, Josefina se tuvo que hacer cargo de un ballet cuando su hermano se fue y fue muy difícil para ella subir a un escenario. Hoy está como reina de la casa y es un orgullo para nosotros poder disfrutar de eso con ella”, expresó Rosalia, orgullosa de ver cómo su hija transformó la ausencia en fuerza.
La colectividad Checa se presenta este año con la firme convicción de que la cultura y las raíces deben seguir vivas, sobre todo en manos de los jóvenes. “Fue nuestro legado, nuestra obligación, que la casa no cierre sus puertas, que siempre sea alegre, que siempre mantenga a los jóvenes. Andrés nos dejó ese legado, y nosotros lo cumplimos”, aseguró la presidenta.
En cada plato, en cada danza y en cada rincón renovado de la casa checa, se respira tanto el sabor de la tradición como la memoria de un joven que sigue inspirando a toda una colectividad.








