Kodak, la historia desconocida de la empresa que revolucionó la fotografía y años más tarde se declaró en la quiebra. Logró revolucionar la industria de la fotografía, pero su resistencia al cambio la llevó a la bancarrota. En diciembre de 1975, un empleado de Kodak desarrolló el prototipo de la primera cámara digital. La respuesta de la empresa ante la innovación fue un rotundo no.
A lo largo de los años el mundo empresarial nos dejó grandes historias de emprendimientos. Muchas de las que hoy vemos como grandes corporaciones iniciaron como un pequeño emprendimiento en un pequeño lugar del mundo. Sin embargo, en muchos casos las transformaciones han castigado y lo que alguna vez fue una empresa próspera terminó agonizando hasta desaparecer. Este es el caso de Kodak, que en 1980 empleaba a 75 mil personas y generaba millones de dólares en ventas.
Si crees que nadie puede superarte, fallarás. En diciembre de 1975, Steven Sasson, un empleado de Kodak, desarrolló el prototipo de la primera cámara digital. Este invento eliminaba la necesidad de película fotográfica, prometiendo un sistema más rápido y eficiente. Sin embargo, cuando Sasson presentó su creación a los ejecutivos de la compañía, la respuesta fue un rotundo no. La empresa reinaba cómodamente la industria de la fotografía. Desafortunadamente, tras esta decisión la compañía cayó en picada. Este error estratégico definió su futuro, aunque, contra todo pronóstico, la icónica empresa supo resurgir con resiliencia.
En ese momento, Kodak obtenía la mayor parte de sus ganancias de la venta de rollos fotográficos y productos químicos para revelado. Adoptar la tecnología digital significaba “matar” su propio negocio, algo que los directivos no estaban dispuestos a aceptar. Prefirieron proteger su modelo tradicional antes que arriesgarse a la incertidumbre de la transformación. Frustrado por la negativa, Sasson llevó su idea a Sony, el principal competidor de Kodak en el mercado de la fotografía. A diferencia de Kodak, Sony reconoció el potencial de la cámara digital y decidió invertir en su desarrollo. Poco a poco, las cámaras digitales de Sony comenzaron a ganar terreno, mientras Kodak se aferraba a un negocio en decadencia.
La caída de un imperio: para 2012 el impacto de esa decisión se hizo evidente: Kodak se declaró en bancarrota. El mundo había cambiado, y la compañía que alguna vez dominó la fotografía no supo adaptarse a tiempo. Su negocio de películas se volvió obsoleto. Aunque intentó recuperarse con impresoras digitales y otros productos, ya era demasiado tarde. Este fracaso no fue solo tecnológico, sino también cultural. Kodak había construido su éxito en torno a la preservación física de recuerdos, un concepto que la era digital transformó por completo. Las nuevas generaciones ya no imprimían fotos en álbumes, sino que las compartían instantáneamente en redes sociales. La compañía, acostumbrada a controlar todo el proceso fotográfico, desde la película hasta el revelado, no supo reaccionar ante un mercado donde la inmediatez y la conectividad eran lo más importante.
Una historia que se repite: en el mundo de los negocios, el éxito del ayer no garantiza el éxito del mañana. Este caso no es único ni mucho menos exclusivo de una industria. Pero suele verse más en el desarrollo de productos o servicios tecnológicos. BlackBerry dominó el mercado de los teléfonos inteligentes con sus teclados físicos y sistema de mensajería cifrada, pero ignoró la llegada de las pantallas táctiles y las aplicaciones móviles. Para cuando intentó adaptarse, ya era demasiado tarde. A pesar de su declive, Kodak sigue siendo un símbolo de innovación y cultura fotográfica. Su nombre permanece asociado a momentos memorables, y su historia sirve como advertencia para las industrias que enfrentan disrupciones tecnológicas.
Karyna González
Fundadora de Spacio Mujer
whatsapp 3764345130





