Rodolfo Fogwill, uno de los escritores “malditos” de la literatura argentina que marcaron la segunda mitad del siglo XX, murió en la madrugada del 22 de agosto de 2010, en el hospital donde se encontraba internado a raíz de un enfisema pulmonar derivado de su conocida compulsión al cigarrillo.
Autor entre otras muchas de “Restos diurnos” y “Una pálida historia de amor “, a lo largo de su vida ejerció múltiples oficios, entre ellos sociólogo, empresario, publicista, profesor titular de la Universidad de Buenos Aires, ensayista y editor de una legendaria colección de libros de poesía.
También trabajó como agente de la Bolsa y fue columnista de temas políticos y culturales.
Fuera de su agitada actividad pública, estuvo preso, fue adicto a la cocaína y confesó alguna vez que tuvo un revólver Smith & Wesson a los diez años, un barco a los quince y su primera novia a los 17.
“Por veinte años fui consultor de una tabacalera y pude librarme -en orden- primero del cine, después del dinero, del alcohol, de la marihuana y finalmente de la cocaína, pero aún sigo dependiendo de la estúpida nicotina”, aseguraba el autor de eslóganes y campañas publicitarias como “Suaves pero con sabor, el equilibro justo”, para los cigarrillos Jockey.
Fue el cuento “Muchacha punk” -con el que obtuvo el primer premio en un importante certamen literario en 1980- el disparador que lo impulsó a abandonar su carrera empresaria para comenzar, según sus palabras, “una trama de malentendidos y desgracias” que lo llevaron a su “oficio” de escritor.
Con el dinero de ese galardón fundó una editorial con la que publicó “Poemas”, de Osvaldo Lamborghini y “Austria-Hungría” de Néstor Perlongher, entre otros.
Fogwill a secas -le gustaba firmar prescindiendo de su nombre de pila- se caracterizó por su personalidad explosiva y su pluma irreverente: de hecho, su permanente uso de la provocación le facilitó contadas enemistadas que incluso minaron la continuidad editorial de su obra.
Nacido en Buenos Aires en 1941, deja como legado una veintena de títulos que atraviesan todos los géneros pero que mantienen como marca distintiva el sentido del humor y una prosa vertiginosa cargada de referentes que funcionan para enriquecer lo que se narra y al mismo tiempo reflejar la época en que fueron escritas.
Entre sus obras más conocidas se encuentran “Los pichiciegos” -considerada la mejor novela sobre la Guerra de las Malvinas-, “Urbana”, “La experiencia sensible”, “Urbana 2”, “Runa” y “Vivir afuera”, con la que consiguió el Premio Nacional de Literatura en 2004.
Dos años antes de su muerte publicó “Los libros de la guerra”, recopilación de su trabajo en prensa.
También escribió “El efecto de realidad”, “Las horas de citas”, “Mis muertos punk”, “Música japonesa”, “Ejércitos imaginarios”, “Pájaros de la cabeza”, “Partes del todo”, “La buena nueva”, “Cantos de marineros en las pampas” y “En otro orden de cosas”.
Ganador de la prestigiosa beca internacional Guggenheim en 2003, Fogwill deja a sus lectores un puñado de textos urgentes que dan cuenta de un pensamiento ajeno a las modas y un olfato para intuir “lo distinto”, que lo llevó a descubrir la obra de colegas como Alberto Laiseca, César Aira o Perlongher cuando nadie antes había apostado por ellos.









