Por Luis Burgos (*)
Fundación Argentina de Ovnilogía (FAO)
Sabemos que con lo que vamos a exponer, a todas luces derrumbante, “nos vamos a ganar más enemigos que amigos”. Con todo lo que ello implica, no se trata de cortar amistades por pensar diferente. Esto no es la guerra, ni la política ni la religión como tampoco la Ovnilogía es el lejano oeste americano de duelos a punta de pistola, aunque algún trasnochado o psicópata de los que nunca faltan así lo crea. Es simplemente investigar, analizar y divulgar lo que se ha descubierto como resultado en mucho tiempo, generando o no polémicas posteriores. Punto. Acá nadie mató a nadie.
Dicho esto, hace años que en la Fundación Argentina de Ovnilogía (FAO) venimos debatiendo lo que presentaremos a continuación junto a Lucía López, Nelson Polanco, Fernando Lefevre y Carlos Gómez, entre otros, a los que se suma Marcelo Martinich, con quienes convenimos en que llegó el momento de difundirlo públicamente.
Nos basamos en el comportamiento del Fenómeno OVNI a partir de 1947, pero específicamente en las últimas tres décadas que son las que movieron el amperímetro. Somos 150 soldados FAO en un virtual “campo de batalla” minado por miles y miles de esperanzados creyentes en “ellos ya están entre nosotros” o “el contacto es inminente” o “cada vez se dejan ver más”, etc. Estará en el lector juzgarlo a su antojo.
El vaticinio de 1985
En pleno verano de 1985 y cuando apenas había pasado poco más de un mes del nacimiento de la FAO el 28 de diciembre de 1984 en La Plata, provincia de Buenos Aires, algunos periodistas nos consultaron por si “había algo nuevo en la temática” y les dijimos que estábamos preparando un estudio estadístico basado en la repetición de casos OVNI cada cierto tiempo en los mismos sitios ya incursionados y que si les interesaba el trabajo lo podían publicar. Así lo hicieron y así nacía mi Hipótesis Decimal, que predecía una suerte de “oleada platillista” para los siguientes meses en Argentina, modelo predictivo que se cumplió con un 70% de efectividad a partir de agosto de ese año hasta marzo de 1986. Esa misma metodología luego la aplicamos en otros años con resultados muy satisfactorios. Pero pasaron cuatro décadas de aquello y en la actualidad todo cambió.
Emulando al promocionado Triángulo de las Bermudas, que irrumpió en 1945, alcanzó su pico máximo de incidentes en los años 60, al igual que los ovnis, y luego “se esfumó” abruptamente en los 80, el Fenómeno OVNI al parecer sigue sus pasos, aunque a diferencia de Bermudas, donde hoy en día no desaparece una cáscara de nuez en sus aguas, lo hace en forma progresiva y descendente…

Un lento camino a casa…
Y como en la FAO estamos siempre en órsay (un paso adelantado), venimos percibiendo desde hace años una inquietante “retirada” del Fenómeno OVNI, al menos en nuestro país, en todos sus aspectos: oleadas, humanoides, flotillas, nodrizas, contactos, abducciones, huellas, teletransportaciones, etc. Esto es fácilmente demostrable por todo aquel que tenga en mano la casuística y la estadística nacional junto a una gráfica de picos y valles. Así de simple. Muchos ufólogos o su mayoría “no la ven o no la quieren ver” por diferentes conveniencias mercantilistas o personales. De allí la necesidad de brindar u organizar cursos, tours, eventos costosos, programas monetizados por youtube, etc. En pocas palabras, seguir manteniendo el misterio a toda costa… inclusive “inventando” nuevas nomenclaturas y posturas como plasmas, luces inteligentes, etc. con tal de alimentar la avidez de los creyentes.
Y los ovnis y sus testigos ¿donde están?
Lógicamente que la mayoría dirá: “Ya no tienen necesidad de mostrarse tanto” o “en tal región se ven a diario” con tal de encontrar una respuesta facilista ¿Pero… y los testigos? La evidencia empírica más simple la marca la falta de estos. El esfuerzo loable de los ufólogos por registrar ovnis a menudo, sea o no a través de vigilias nocturnas se contrapone con los verdaderos delatores en todas las provincias de la vasta Argentina.
Aquellos cazadores, aquellos pescadores, aquellos ruralistas de madrugada, aquellos aviadores y aquellos automovilistas por las rutas que llenaron las páginas de la prensa de los 50 a los 90, y que hoy brillan por su ausencia.
¿Dónde están? ¿Acaso estos privilegiados testigos ya no denuncian más sus observaciones y/o contactos? ¿La gente de campo ya no denuncia más la extraña aparición de enigmáticas huellas en sus terrenos, aunque luego al investigarse resulten ser los típicos Anillos de Hadas? ¿O acaso todos hicieron un curso acelerado de Fitopatología y comprendieron que no fueron ovnis? ¡Vamos!… ¡Por décadas se cansaron de denunciar esas mismas marcas a la prensa!! En la actualidad los ovnis pululan casi exclusivamente por las redes, que al fin de cuentas se transforman en fotos distantes y/o borrosas, videos truchos, aviones intercontinentales, pasajes de la ISS, reflejos y flotas de Starlink y los poquísimos casos que salen de ese patrón no contienen la anomalía tan buscada para certificar un caso como “positivo”.
¿Adónde fueron a parar aquellos clásicos platos voladores que nos maravillaron hace añares y fueron el disparador para que muchos jóvenes se volcaran al fenómeno? ¿Dónde quedaron aquellos incidentes de huellas en un campo o testigos manteniendo contacto o visualizando un humanoide por los cuales corríamos de un sitio a otro para investigar tantos eventos que se producían?

Las dos ovnilogías de los dos siglos
Desde los años 70 la ufología americana nos impuso la clasificación LN (luz nocturna) y DD (disco diurno) para diferenciar una cosa de otra y dar mayor validez de percepción a lo segundo al momento de las evaluaciones. Pasaron 77 años y todo indicaría que existen dos Ovnilogías: la del siglo XX, desde 1947 al 2000 con todo el menú desplegado y la del siglo XXI, desde el 2000 a la actualidad, donde el fenómeno mutó mayoritariamente para reducirse a luces nocturnas, que siempre estuvieron (incluso antes de 1947) pero con la prensa y testigos priorizando el plato volador por sobre ellas por ser más “vendible”.
Por tanto, muchos ufólogos modernos, a conciencia o no, se convirtieron en investigadores de luces en reemplazo de objetos estructurales. Entonces tenemos que en nuestros días, este comportamiento lumínico es “acompañado sugestivamente” desde el nuevo siglo por la implantación de dos variantes significativas, cuyo origen es casi con seguridad más terrestre que foráneo:
a) El fenómeno mutilatorio, que arrancó violentamente en 2002 en nuestro país y nunca se cortó desde entonces, ya que periódicamente recibimos reportes de zonas rurales y
b) La aparición “invasiva” de los famosos triángulos voladores y boomerangs, especialmente con la avalancha de observaciones de estos aparatos sobrevolando impunemente nuestro país en plena pandemia nacional, con 42 denuncias recibidas en 2020 ¡Y con el 50% de esas observaciones provenientes del Gran Buenos Aires!, cifra que jamás se registró en 70 años de denuncias territoriales. Es decir, a falta de platillos u ovnis bienvenidos los triángulos y las mutilaciones. ¡Y vaya si es notorio el contraste de ambos siglos, es literalmente demoledor!
“Humana y tecnológicamente” todo tiene su ciclo, su período de vida. Su principio y su fin. La mismísima carrera espacial se caracteriza, incluso, por perdurar según los proyectos lanzados, pero inexorablemente todos cumplen su lapso útil y luego chatarra o al museo y “casualmente” en los temas que abordamos ocurre lo mismo.
Los ovnis perduraron seis o siete décadas, Bermudas sobrevivió poco más de 30 años, los temidos “Hombre de Negro” tan solo un par de décadas, el famoso “Experimento Philadelfia” quedó en 1943 y nunca más se habló y así con todo lo que rodea a la Fenomenología que nos intriga y sospechosamente “naciendo” en la misma década del 40 o principios de los 50 y “casualmente” en Estados Unidos. A posteriori vinieron “los contactados” de la mano de George Adamski, sus naves nodrizas y las abducciones como las del matrimonio Hill, en fin…
El último plato
Retrocediendo en el tiempo, algunas preguntontas para los investigadores. ¿Cuándo fue la última incursión de un típico plato volador en Argentina, ese artilugio de “dos platos unidos por sus bordes” o “el plato sopero invertido” que tanto se metió en la cabeza de los argentinos? ¿Cuándo fue el último humanoide observado? ¿Cuándo se registró la última teletransportación? ¿Cuándo se detectó el último pasaje de una flotilla en V o alineada? ¿Cuándo aconteció la última abducción más o menos creíble? ¿Cuándo sucedió la última observación de una nodriza en nuestro cielo argentino? ¿Cuándo se detectó el último OSNI (Objeto Submarino No Identificado) en nuestras aguas patagónicas? ¿Cuánto hace del último campo con decenas de huellas? ¿Cuándo ocurrió el último UFO-Crash o caída ovni? ¿Cuándo fue la última oleada que nos afectó? Piensen. Recapaciten. Nosotros esperamos sentados las respuestas en el banco de la plaza del barrio…
El anuncio
¿Pasaron de moda los ovnis? ¿Resultó un fenómeno programado para durar solo medio siglo? Preguntas muy pero muy difíciles de responder, aunque todos los análisis indicarían que sí. Los próximos cuatro o cinco años posiblemente nos den la respuesta “si es verdad lo que descubrimos o si estamos totalmente equivocados”.
En la actualidad la tendencia nos marca que asistimos, aunque aún la mayoría no se dé cuenta, al final de la era ovni sin llegar a conocer su verdadero origen. ¿Y de ser cierto, que se esperaría de ahora en más? Probablemente “algo que reemplace al fenómeno que todos conocemos”. ¿Y qué sería ese algo en la siguiente década? Ni más ni menos podría llegar a ser el anuncio oficial de que se descubrió vida inteligente en otro planeta, pero situado muy lejos de nosotros, y esto lisa y llanamente no tiene nada que ver con los famosos platos voladores en nuestra bendita tierra. Sencillamente se daría por comprobado el estudio matemático del eximio astrofísico Carl Sagan, fallecido en 1996, quien extraordinariamente con una tiza y un pizarrón nos demostraba ya hace años que “quizás existan muchos sistemas habitados, pero de allí a que nos visiten en los llamados ovnis hay años luz de distancia”.
Al menos el hecho de semejante “anuncio” nos daría a los terrestres más esperanza de creer que no estamos solos aunque nunca lleguemos a encontrarnos, en centurias o milenios, ni con un vecino de Alfa o Beta Centauri, ese atrapante “puntero nocturno” que señala nuestra Cruz del Sur, viviendo a tan solo 4,2 años luz de distancia…. o sea, acá, a la vuelta de la esquina.
El desenlace
Tampoco dramaticemos tanto. Si bien ovni no es sinónimo de extraterrestre para nada, estamos advirtiendo lo que ocurre con ellos actualmente y en una gráfica de picos y valles, obviamente que estamos en el valle… no vamos a caer en el facilismo del ufólogo valenciano Vicente Juan Ballester Olmos que nos indica que “no hay una sola foto argentina positiva” según su catálogo. Y menos aún avalamos la postura del arquitecto Roberto Banchs que nos manifiesta que “todos los casos de humanoides en el país fueron fraudes o confusiones”. Y mucho menos la palabra de los botánicos, agrónomos o fitopatólogos que gritan a los cuatro vientos que “todas las huellas en los campos obedecen a una enfermedad del terreno causada por el hongo Calvatia lilacina, también conocido como polvera o esponja”.
Que el Fenómeno existió y aún respira no hay dudas y que está agonizando, tampoco. Como tampoco no hay dudas que hay enquistado un ovni terrestre. Lo verdaderamente inquietante por resolver es su origen real ¿Todo nació a fines del Siglo XIX en los estados americanos de Iowa e Illinois, con las famosas naves aéreas tal como esbozo en mi libro “Operación Mississippi”? ¿Es totalmente tecnología made in USA o hay un porcentaje mínimo, al menos, de ingeniería extraterrestre que actuó y actúa sobre nosotros? Acá entonces, sí encajaría perfectamente mi Hipótesis 100: Cada 100 denuncias, el 90% son confusiones o fraudes, el 9% son prototipos terrestres y el restante 1% merecería ser estudiado seriamente si contiene una elevada extrañeza ¿Esto es muy poco? No. Sumando el 1% de cada país, en casi 80 años, tendríamos un dossier de miles de casos aún por resolver. Por lo pronto, lo que tenemos a mano hoy en día es muy humano arquetípicamente en todos sus aspectos y las pocas piezas metálicas recolectadas por la Ufología mundial, según los análisis, “no se despegan de nuestro planeta”.
Hasta el mismísimo nacimiento de los platos voladores pudo haber sido “un error técnico”. Pero a no equivocarse, la era espacial de EEUU está perfectamente planificada década tras década pos Segunda Guerra Mundial. Estos señores se toman todo el tiempo del mundo que va más allá de su propia vida. La mayoría de los que proyectaron los viajes estelares y las misiones a la Luna, Marte y otros planetas “no pudieron ver sus logros pues fallecieron antes”. No importa, porque trabajan a futuro y por etapas. Mientras tanto, en Yanquilandia los servicios de inteligencia siguen haciendo de las suyas, con negaciones, contradicciones, desinformación, afirmaciones y desmentidas, etc. exponiendo a los David Grusch de la vida para continuar con el show puertas afuera con la complicidad de un sector de la prensa. Nada dejan librado al azar. Pero esto será motivo de otra entrega.
Los nuevos ufólogos
Para finalizar, lo que más lamentamos en nuestros días es que toda esa legión de jóvenes apasionados, a partir del siglo en curso, que maravillados por lo que leen o miran por las redes sobre los grandes clásicos de la Ovnilogía nacional llegó tarde a la fiesta de los platillos. El pico de la actividad ya ocurrió entre los 60 y los 90 y casi con seguridad no se volverá a repetir, tal como un tren que no para en la estación y lo vemos alejarse raudamente. Que fantástico hubiera sido que todo aquello continuara en el tiempo y los ufólogos o aficionados al tema hoy corrieran de un campo a otro entrevistando testigos, analizando huellas o investigando contactos con humanoides. Obviamente que muchos le seguirán poniendo garra al asunto esperando aquellos casos increíbles para salir inmediatamente en su busca o al menos estudiarlos más de cerca. En cambio otros, como ya viene ocurriendo, irán bajando un cambio tras otro sabiendo que los ovnis no volverán a ser lo que fueron, pero no todo está perdido, les quedará el aliciente de profundizar aún más quién estuvo detrás de todo esto. Como siempre me expresé en tantos años: ¿De dónde vienen? ¿Cómo hacen para venir (si es que vienen)? ¿Y en definitiva, para qué vienen?
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