Mechones de Vida, un grupo de mujeres que desde 2019 se dedica a fabricar pelucas para pacientes oncológicos en Oberá, busca colaboraciones para que cuatro de sus integrantes puedan asistir al Encuentro Nacional de Bancos de Pelucas Solidarias, que este año se desarrolla los días 15 y 16 de noviembre en la provincia de San Luis.
La iniciativa nació del impulso de una de sus fundadoras, Estela Gómez, acompañada de otras mujeres que decidieron brindar su acompañamiento a quienes atraviesan tratamientos para luchar contra el cáncer. La caída del cabello, o alopecia, comienza entre 2 y 4 semanas después de iniciar la quimioterapia, en muchos casos con un importante impacto anímico y emocional en el paciente.
Un proyecto colectivo
Marcela Pedrozo, coordinadora de redes y miembro de Mechones de Vida, contó a PRIMERA EDICIÓN que la iniciativa nació en 2019 cuando Estela Gómez, también paciente oncológica, confeccionó una peluca para una niña de Villa Bonita. Los pedidos se multiplicaron y el espacio de su hogar fue cada vez más pequeño para la magnitud del proyecto.
“Yo soy peluquera y Estela era mi clienta, ella me llamó y me dijo: ‘¿Qué podríamos hacer con esto?’. Yo participo mucho en la parroquia Santa Rita, de Oberá, y le dije que teníamos un encuentro de mujeres. Hablé con el párroco, Jorge Noguera, para que presente el proyecto”, recordó Pedrozo.
Estela aceptó la invitación y asistió al encuentro. El resto fue historia. “El proyecto fue muy bien recibido, hay muchas mujeres que pasaron por esas situaciones o que están también atravesando por el cáncer de mama. Nuestro párroco, el padre Jorge, nos cedió un espacio en la parroquia”, contó Marcela.
En la actualidad, once mujeres forman parte activa de Mechones de Vida. Continúan trabajando en el espacio cedido por la parroquia Santa Rita y ya entregaron más de 300 pelucas confeccionadas completamente a mano con cabello natural donado por la comunidad.

Cada peluca, una esperanza
El trabajo de confección y entrega de pelucas se desarrolla en el taller de Mechones de Vida. Allí cuentan con dos peluqueras que se encargan de recibir a quienes quieran colaborar con cabello natural. Divididas en grupos se dedican a la confección, costura, búsqueda de donaciones y otras funciones.
Luego del corte de cabello, el proceso de confección de cada peluca inicia con el diseño de un gorro de tela de tul de alto impacto, donde el cabello (separado en pequeños mechones y de hasta 20 centímetros de largo) se dispone en forma de tiras y luego se cose en lo que será la peluca.
“Es importante lo que una peluca puede hacer en una persona”, valoró Pedrozo. La caída del cabello, o alopecia, generalmente comienza entre 2 y 4 semanas después de iniciar la quimioterapia. Puede ser gradual o más rápida, pero durante el tratamiento es fundamental cuidar el estado de ánimo, ya que puede influir en la respuesta al tratamiento y la recuperación.
“Cuando te ves en el espejo y te ves sin cabello, se derrumba la persona. Recibimos a muchas personas así en el taller y (tras recibir la peluca) se van con otra cara, es impresionante”, aseguró Marcela. Y afirmó que “cada vez hay más casos, recibimos a muchas mamás jóvenes con cáncer. Las personas están tomando conciencia porque en la mayoría de las familias un caso cerca hay. Y con una peluca a esa mamá ya le cambia la vida”.
La entrega es exclusivamente para pacientes oncológicos que han perdido la totalidad del cabello. “Siempre estamos en contacto con nuestras pacientes porque a veces la peluca necesita algún service. Como está hecha con cabello natural, hay que saber cuidarla”, precisó Marcela.
También confeccionan pelucas para los más pequeños. En ese caso, trabajan viajando a Posadas para hacer entrega de las confecciones en el Hospital Pediátrico.

El sueño de capacitarse
Estos meses encuentran a Mechones de Vida organizando actividades para cumplir un anhelado objetivo: asistir al Encuentro Nacional de Bancos de Pelucas Solidarias, que se realiza en San Luis en el mes de noviembre.
Cuatro integrantes del equipo quieren viajar para perfeccionar sus conocimientos, aprender nuevas técnicas y compartir la experiencia de este grupo de mujeres con otras iniciativas similares de Argentina. Por cada integrante que viaje necesitan recaudar aproximadamente 220.000 pesos.
“En tres años nunca tuvimos la posibilidad de asistir porque es caro para nosotras. Hay señoras que son jubiladas. Lo más importante es que vayan las chicas que están en el armado. Queremos saber si estamos haciendo bien las técnicas”, sintetizó Marcela.
El 9 de agosto organizan una venta de galeto para colaborar con la recaudación. Cada porción se vende a 12.000 pesos.
A finales de septiembre realizarán su tradicional Té Solidario, que celebran todos los años para conmemorar el aniversario del proyecto.





