Justo hoy, cuando el sistema global da sobradas muestras de su incapacidad para resolver sus problemas mediante los acuerdos y las negociaciones, el mundo está a horas de celebrar el Día Internacional de las Mujeres en la Diplomacia, que se conmemora cada 25 de junio.
La fecha invita a reflexionar sobre el papel esencial -y muchas veces invisibilizado- que desempeñan las mujeres en la construcción de la paz, la cooperación internacional y la defensa de los derechos humanos a nivel global.
La diplomacia, históricamente dominada por hombres, ha sido un terreno difícil de conquistar para las mujeres. Sus voces fueron relegadas a los márgenes de las decisiones internacionales.
Sin embargo, en los últimos años hemos presenciado un cambio progresivo, aunque aún insuficiente pese a que aportan una visión más inclusiva del mundo a través de enfoques distintos en la resolución de conflictos, priorizando la negociación, la escucha activa y la inclusión de sectores históricamente excluidos.
Reconocer a las mujeres en la diplomacia no es solo un acto de justicia histórica; es también una apuesta estratégica por un mundo más equilibrado, justo y pacífico. En tiempos de incertidumbre global, su liderazgo, resiliencia y visión inclusiva son más necesarios que nunca.








