
El músico misionero Chango Spasiuk compartió en sus redes sociales una experiencia profundamente emotiva vivida en Ucrania, donde llegó esta semana tras un extenso viaje que inició en París y culminó en Kiev. Su testimonio, atravesado por la sensibilidad artística y humana, revela el poder de la música incluso en contextos marcados por el conflicto.
Según relató, el pasado lunes abordó un avión desde la capital francesa con destino a Varsovia, Polonia, desde donde luego tomó un tren hacia Kiev. “En los vagones la mayoría de la gente dormía, pero nosotros, cuatro argentinos y dos franceses, no podíamos dejar de mirar todo el tiempo por las ventanillas”, escribió.
El momento más conmovedor del viaje ocurrió al llegar a la estación central de Kiev. “Empezó a sonar por los altoparlantes una polca rural de mi disco. Fue un momento muy emocionante y hermoso que nunca voy a olvidar. Y esa fue la manera en que nos recibieron”, contó Spasiuk.
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El artista apostoleño describió cómo la vida cotidiana en la capital ucraniana sigue su curso a pesar del conflicto bélico. “La gente que habita la ciudad trata de comportarse como si tuviesen una vida normal, a pesar de los bombardeos”, expresó, tras haber escuchado en el tren los relatos de madres, abuelas y mujeres que abandonan la ciudad para buscar algo de calma lejos del ruido de las bombas.
En ese contexto de resistencia y esperanza, la música volvió a tener un lugar central. “Los músicos de la Filarmónica se sentaron a ensayar mi música. Luego conocí a las chicas del grupo DrakhaBrakha, muy famoso aquí en Ucrania, y tocamos música juntos”, contó.
La experiencia no fue solo una presentación artística, sino también un intercambio cultural profundo. “¿Qué quiere decir dar y recibir en ucraniano?”, se preguntó Spasiuk, destacando que tanto él como los músicos ucranianos aprendieron mutuamente canciones de sus respectivos repertorios. “Es muy poderoso lo que sucede, es muy bello”, concluyó.
La travesía de Chango Spasiuk a Kiev no solo muestra el puente que la música puede tender en tiempos difíciles, sino también el valor del arte como lenguaje universal que sigue sonando, incluso en medio de la guerra.







