Una misionera dirá presente en el Mundial de Clubes. Será Silvina Klimiuk, de 42 años, que hace más de 20 vive en el país del Norte y se postuló para actuar como voluntaria en la cita que reunirá a los mejores del planeta. “Es una experiencia única”, dijo Silvina a EL DEPORTIVO.
Silvina es misionera. Nació en San Vicente hasta que a principios de los 2000 se fue a vivir a Estados Unidos. Hoy es mamá de cinco: Jorge (28), Facundo (26), Dustin (24), Alan (21) e Isabella (12). Está casada con Ernesto que es uruguayo, y ambos tienen un negocio familiar en Terryville, Connecticut.
De ahí está a dos horas de Nueva York, donde trabajará como voluntaria en todos los encuentros del Mundial de Clubes que se disputen en dicha sede. Su primer partido será hoy.
“No me había dado cuenta de lo difícil que era ser elegida, especialmente en un país tan grande con tanta gente”, contó a EL DEPOR. Fueron más de 68 mil postulantes y solo fueron seleccionados 9 mil. Entre ellos, Silvina.
“Vi una publicación en Facebook y me anoté. También se lo mandé a mis hijos para que se anoten”, contó. Esa primera inscripción fue en julio del año pasado. Tiempo después le llegó un mail donde debía comentar cuáles eran sus intereses y hacer un video presentación. De sus hijos, Dustin también seguía en carrera.
Luego llegó el día del “try out”, una jornada de presentación. Debían viajar a Nueva York. Dustin tenía planificado un viaje por lo que no pudo ir, pero Silvina se mandó. Tras ello, el pasado 17 de mayo llegó el mail de confirmación: había sido una de las 9 mil seleccionadas como voluntaria de la primera edición del Mundial de Clubes con este formato.
“Ya tengo el uniforme para participar. Ellos me dieron a elegir la sede y cantidad de días. Elegí a Nueva York porque me queda cerca”, contó Silvina. “Para mí es un orgullo. Me gusta porque voy a interactuar con la gente, con los fans, voy a ayudar. Va a ser una experiencia única, siento que voy a ser parte de la historia”, remarcó.
Silvina aseguró que “siempre sigo a la Selección Argentina” y se declaró hincha de Racing “por mi papá que era de la Academia”, pero si tuviera que elegir entre River o Boca, los dos argentinos en el Mundial de Clubes, se queda con el Millo. “Cuando miramos fútbol argentino con mi marido, que es hincha de Danubio, un poco tira por River”, agregó.
“Está bueno que la gente sepa que se puede aplicar, que es una experiencia increíble. Cuando sea el Mundial 2030 en Argentina se van a jugar unos partidos, que no pierdan la posibilidad de aplicar porque es una posibilidad única”, remarcó.
Lejos, pero con el corazón en Misiones
En la casa de un matrimonio entre una argentina y un uruguayo, el principal idioma es el castellano. “Todos mis hijos varones hablan español, pero Isabella no y nos está costando un poco enseñarle”, dijo Silvina entre risas. Los tres varones más grandes son misioneros, mientras que sus dos últimos hijos nacieron en Estados Unidos.

Cuando Silvina llegó al Norte, casi no hablaba inglés y lo aprendió con los dibujitos que sus nenes miraban de pequeños. “Aprendí mirando ‘Dora, la Exploradora’ y otros programas que ellos miraban”, remarcó entre risas.
Como se fue muy joven, Silvina pudo terminar sus estudios secundarios en Estados Unidos y fue a la Universidad para estudiar enfermería, aunque no pudo terminar. “Este país me ha dado muchas oportunidades y hoy tenemos un pequeño negocio de marmolería con mi marido”, indicó.
Pero Silvina mantiene sus costumbres misioneras. “Sigo tomando tereré”, contó y se mantiene informada de las noticias de la tierra colorada y cuando puede, ayuda. Organizó mateadas solidarias en su ciudad donde reúne dinero que envía a escuelas del interior de la provincia.
Una de las últimas fue a El Soberbio, donde envió dinero de una de esas mateadas solidarias lo que ayudó a pagar el transporte para que los pibes pudieran conocer el mar y lo que sobró se destinó a terminar una escuelita satélite.
“Mi corazón sigue allá en Misiones. A mí me encanta la chacra, si hasta hicimos una pequeña huertita en casa para no extrañar tanto”, aseguró.
Y algún día le gustaría volver. “Tengo la posibilidad de ir y venir. En enero del año pasado anduvimos por Oberá porque mi marido quería conocer. Pero me encantaría volver y que mis hijos vivan la cultura de la amistad y de la familia que tenemos en Argentina. Siento que se pierde mucho cuando se emigra, se sacrifica mucho por salir adelante”, cerró.









