En un establecimiento avícola de Buenos Aires, donde se produce huevo y ovoproductos a gran escala, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) trabaja en conjunto con la empresa en la producción de un biofertilizante a partir de una planta de biogás que procesa el guano de gallinas ponedoras. El proyecto explora una fórmula circular donde los desechos de la producción de huevos se convierten en biogás para la generación de energía y en fertilizantes orgánicos de alta calidad, cerrando un ciclo virtuoso que beneficia tanto al medioambiente como a la productividad agrícola.
Es por ello que, para dar una respuesta sustentable a ese desafío, la empresa instaló una planta de biogás que transforma esos residuos en energía. Además, el proceso deja un subproducto, conocido como digerido, que ahora cobra un nuevo valor gracias a la ciencia.
Al respecto, Patricia Bres, investigadora del INTA del Instituto de Microbiología y Zoología Agrícola (IMyZA) habló con PRIMERA EDICIÓN y dio detalles de este innovador proyecto que combina huevos y biogás: “La planta de biogás es un proceso anaeróbico que transforma los residuos orgánicos en dos productos de gran valor agregado, uno es el biogás y el otro el digerido, un efluente líquido que tiene como principal destino su uso en la agricultura”, explicó y agregó: “El digerido para ser utilizado como biofertilizante, debe cumplir determinados criterios de aptitud agronómica establecidos en una normativa técnica nacional”.
Cabe destacar que el digerido, es un líquido rico en nutrientes que ya está siendo utilizado en campos experimentales. Con el apoyo del laboratorio de Transformación de Residuos del IMyZA, se realizaron análisis físicos, químicos y biológicos para evaluar su potencial como fertilizante, y se diseñaron estrategias de aplicación adaptadas a distintos cultivos y condiciones. El sistema también contempla tecnologías de aplicación eficiente, como regadores especiales y pivotes, y se proyecta avanzar hacia la obtención de derivados sólidos como sulfato o nitrato de amonio, expandiendo así su uso en distintas regiones agrícolas.
En ese sentido, indicó que este producto tiene altas potencialidades para ser utilizado como biofertilizante: “Es así, ya que el digerido es una matriz con alta composición de nutrientes y otros compuestos que son favorables para el suelo y los cultivos”.
Con la participación activa del INTA, el proyecto representa un ejemplo concreto de economía circular en el que los desechos de la producción animal vuelven al campo como insumo.

Cómo se aplica
El fertilizante resultante, es entonces un líquido rico en nutrientes que ya se está utilizando en ensayos agrícolas. Para lograr una aplicación eficiente, se incorporaron tecnologías específicas, tales como pivotes giratorios con boquillas resistentes para campos cercanos y acopiados regadores con ruedas especiales para parcelas más alejadas.
Un modelo circular en alza
Lo más importante de este caso es cómo se articulan distintos eslabones de la producción, es decir, se parte del grano para alimentar a las aves, se obtiene huevo y ovoproductos, se gestiona el residuo con una planta de biogás (que produce energía) y finalmente se aprovecha el bioproducto como fertilizante. Todo dentro de un mismo sistema productivo, bajo los principios de la economía circular
Se proyecta avanzar en el peletizado del componente sólido del digerido y en el tratamiento del líquido mediante técnicas de stripping de nitrógeno, con el objetivo de obtener derivados como sulfato o nitrato de amonio, aplicables como fertilizantes en distintas regiones y tipos de cultivo.
Este caso muestra cómo la articulación entre conocimiento técnico y experiencia productiva puede abrir nuevas posibilidades en la gestión de residuos agropecuarios.
A partir de un enfoque integral, se exploran soluciones que permiten cerrar ciclos, reducir impactos y devolverle valor a lo que antes se desechaba.
Un negocio sustentable
El establecimiento avícola, está poniendo en marcha la generación de energía eléctrica a partir del biogás y lo están logrando por un método de desarrollo propio, inédito en avicultura, que solo utiliza el guano de sus gallinas ponedoras.
Todo sucede en el mismo predio donde la empresa, hace algo más de tres lustros, produce huevo líquido para abastecer a la industria alimenticia elaboradora de mayonesas y aderezos, y huevo en polvo que consumen panaderías y fábricas de panificados, y que también se exporta a Japón, la Unión Europea y países de América Latina.





