Un auténtico bochorno, una de las páginas más oscuras de la historia reciente del fútbol argentino, se vivió el 14 de mayo de 2015 en la Bombonera.
Ese día se disputaba el partido revancha por los octavos de final de la Copa Libertadores entre Boca y River, después de que el equipo dirigido por Marcelo Gallardo ganara la ida en el Monumental por 1-0.
El duelo decisivo llegó al entretiempo con el 0-0 inicial. Y ahí se cerró la puerta futbolística y se abrió la ventana policial. Es que el árbitro Darío Herrera tuvo que suspender el juego por una agresión de hinchas xeneizes a jugadores millonarios cuando salían al campo de juego para disputar los segundos 45 minutos.
Cuando los futbolistas visitantes saltaban a la cancha, explotó una bomba de gas pimienta que un “barra” local (que pasó a la historia como “El Panadero”) colocó delante de un ventilador y que impactó en el rostro de los jugadores.

Leonardo Ponzio, Matías Kranevitter, Sebastián Driussi, Ramiro Funes Mori y Leonel Vangioni, entre otros, fueron los más afectados por el químico, que les irritó los ojos y les manchó el rostro y el cuerpo con color naranja, prueba de la agresión que recibieron.
Después de esperar más de una hora, Herrera comunicó la suspensión del partido. Posteriormente, la CONMEBOL le dio por ganada la serie a River y Boca fue eliminado.
A partir de ahí el “Millo”, que a punto había estado de quedar afuera de la competencia en la fase de grupos, enderezó el rumbo y terminó proclamándose campeón de esa edición.








