La ansiedad, de acuerdo con algunos autores es un constructo difuso, ambiguo y complejo (Lewis, 1980, Jablensky, 1985), esas características desde el punto de partida ya definen algo que en realidad es muy difícil de definir. De modo que diagnosticarlo y peor aún, autodiagnosticarnos, puede ser contraproducente.
La ansiedad posee además varias definiciones y categorías, dependiendo de los autores, épocas y escuelas. Lo cierto es que todas devienen y conducen al miedo, generando un loops nervioso capaz de retroalimentarse a tal punto que semeja esos sistemas perpetuos donde la cinética mantiene encendida una bombilla durante docenas de años.
Si consideramos lo definido por Freud, por un lado, tenemos a la ansiedad realista, que surge ante un peligro externo (tangible), y por el otro a la ansiedad neurótica, que proviene de conflictos internos no resueltos (híbridos entre lo tangible e intangible).
Se dice que la mayoría de los problemas que analizamos y a veces hasta sobrepensamos, se basan en supuestos imaginarios y no en situaciones reales. Y hasta ahí todo bien, la contrariedad surge cuando tratamos de hallar soluciones a problemas que en realidad no son tales o además no están en nuestras manos.
De ahí la importancia de conocer lo que es nuestro, en nuestros tiempos y bajo nuestras aptitudes y además somos capaces de sobrellevar, porque nos interese o porque se encuentra en el radio de nuestras responsabilidades.
Establecer orden y prioridades puede ayudar, definir lo propio de lo ajeno también, salir de patrones y supuestos impuestos hace más de 100 años sería necesariamente recurrente si queremos diseñar nuestra vida de manera feliz, agradable, amorosa.
Conocer que la ansiedad es considerada un trastorno, un síntoma, una emoción y hasta a veces algo de moda, la convierte realmente en un concepto y una dinámica que al igual que muchas otras, empiezan a carecer de verdadero sentido, como la palabra eco, sostenible, inclusivo, resiliente… las cuales son necesarias para transmitir conceptos importantes pero ante el uso indiscriminado y comercial, suenan y resuenan perdiendo el sentido de lo que realmente se quiere comunicar.
Ansiedad es una realidad, pero requiere análisis y antes de entrar en ella se recomienda desde la Ecosanación indagar en lo siguiente:
• ¿Estoy interpretando esta situación de manera más negativa de lo que realmente es?
• ¿Hay evidencia sólida para preocuparme o estoy basándome en suposiciones?
• ¿Puedo resolver este problema ahora o solo estoy dándole vueltas sin necesidad?
• ¿Es esta preocupación tan importante como para robarme mi calma en este momento?
• ¿Qué podría cambiar si dejo de pensar en esto por un momento y respiro profundamente?
• ¿Estoy imaginando escenarios futuros que probablemente no ocurran?
• ¿Estoy tomando esta situación de manera demasiado personal?
• ¿Qué haría si estuviera apoyando a un amigo en la misma situación?
• ¿Puedo ocuparme de lo que sí puedo controlar en lugar de lo que está fuera de mi alcance?
• ¿Qué puedo hacer ahora que me ayude a relajarme y restablecer mi claridad mental?
Estas preguntas no son garantía para prevenir síntomas de ansiedad, pero tal vez puedan ayudar a conocernos mejor y por tanto, cuidarnos.
Anahí Fleck
Magister en Neuropsicología. 0376-154-385152





