En el lenguaje de los colores, el rojo y el verde se miran de frente. Son opuestos complementarios, fuerzas que se equilibran y se potencian. En cromoterapia, esta dualidad representa un juego de energías que influye tanto en nuestro estado físico como emocional. El color rojo asociado a nuestra zona genital, nos conecta con la tierra, nos da seguridad, y también estrés en su lado negativo. El verde asociado al cuarto chakra, si bien es puro amor, también está vinculado al resentimiento y a la tristeza.
Todo depende de cómo te estés sintiendo. Físicamente el color rojo está asociado al primer chakra, la base de nuestra energía vital. Estimula la circulación sanguínea, eleva la temperatura corporal y despierta la fuerza interior. Es un color que impulsa al movimiento, a la acción, al deseo.
Emocionalmente, el rojo nos conecta con la pasión, el coraje y el impulso de vivir. Sin embargo, en exceso, puede generar ansiedad, irritabilidad o impaciencia.
El verde físicamente, actúa como regulador: equilibra la presión arterial, calma el sistema nervioso y fortalece el sistema inmunológico. En el plano emocional, el verde aporta serenidad, esperanza y una sensación de renovación constante, como la naturaleza que se abre camino sin importar las circunstancias y nunca deja de crecer.
Opuestos que se necesitan
Al ser complementarios, el rojo y el verde se equilibran mutuamente. Cuando una persona se siente agotada, apática o deprimida, el rojo puede reactivar su energía vital. Pero si hay estrés, tensión o emociones desbordadas, el verde puede devolver la calma y el centro. Usarlos de manera consciente, en la ropa, la alimentación, el entorno o la meditación, permite crear un puente de balance entre la acción y la pausa, entre el cuerpo que se mueve y el alma que descansa.
En tiempos de desequilibrio, mirar el color puede ser una forma de escucharnos. Porque en el arte de sanar, a veces, lo más simple, como el rojo de una flor o el verde de un bosque, puede ser medicina para el alma.
Te propongo un ejercicio simple:
1. Elige dos espacios en tu hogar, uno que puedas asociar con la energía del rojo (por ejemplo, una sala o rincón donde te sientas activo y motivado) y otro que refleje la calma del verde (un área destinada al descanso o la meditación). Puede o no estar pintado de ese color.
2. Dedica 10 minutos en cada espacio. En el área roja, realiza una actividad física suave, como estiramientos o caminar lentamente, concentrándote en sentir la energía y vitalidad.
3. Luego, en el espacio verde, siéntate en silencio, cierra los ojos y concéntrate en tu respiración. Imagina que inhalas paz y exhalas tensión, permitiendo que la serenidad te invada.
4. Repite este ejercicio diariamente para equilibrar las energías de tu cuerpo y mente.
En tiempos de desequilibrio, mirar el color puede ser una forma de escucharnos. Porque en el arte de sanar, a veces, lo más simple -como el rojo de una flor o el verde de un parque- puede ser medicina para el alma.
¡¡Que tengas una hermosa jornada y una semana de equilibrio!!
Gabriela Gómez
Especialista en Cromoterapia
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