En un mundo donde la inmediatez y la vorágine cotidiana nos llevan a comunicarnos de manera impulsiva, la propuesta de Marshall Rosenberg con su modelo de Comunicación No Violenta (CNV) se vuelve más relevante que nunca. Esta herramienta, lejos de ser una simple técnica, nos invita a transformar nuestra manera de vincularnos, promoviendo el entendimiento mutuo y la empatía en cada interacción.
La CNV se basa en cuatro elementos fundamentales que nos permiten expresar nuestras necesidades de manera clara y, a la vez, comprender las del otro sin generar conflicto. Estos pasos son:
1. Observación: El primer paso consiste en describir de manera objetiva lo que sucede, sin interpretaciones ni juicios. En lugar de decir “Nunca me escuchas”, podríamos expresar “En nuestra última conversación, noté que miraste el teléfono varias veces mientras hablábamos”. Esta forma de comunicar nos permite centrarnos en los hechos sin cargar la conversación de reproches.
2. Sentimientos: Luego de la observación, es importante expresar cómo nos sentimos ante la situación. Siguiendo el ejemplo anterior, podríamos decir “Cuando eso sucede, me siento ignorado y frustrado”. Nombrar las emociones con precisión permite que el otro comprenda nuestro estado emocional sin sentirse atacado.
3. Necesidades: Toda emoción proviene de una necesidad, y Rosenberg nos invita a reconocerla. Por ejemplo: “Necesito sentir que mi voz es valorada cuando conversamos”. Identificar nuestras necesidades sin exigir ni culpar al otro genera un espacio de apertura y comprensión.
4. Pedido: Finalmente, la CNV nos anima a realizar una solicitud concreta y factible que ayude a mejorar la comunicación. En este caso, podríamos decir: “¿Podrías intentar dejar el teléfono a un lado cuando hablamos para que podamos conectar mejor?”. Un pedido claro facilita el cambio sin imponer ni demandar.
Practicar la CNV no solo evita conflictos innecesarios, sino que fortalece nuestras relaciones personales y profesionales. Nos permite reemplazar la reactividad por la escucha activa, la confrontación por el diálogo constructivo y la crítica por la comprensión.
En tiempos donde la agresividad parece haberse naturalizado en nuestras interacciones diarias, aplicar estos cuatro pasos nos ayudarán a construir espacios de respeto y empatía. Después de todo, la verdadera comunicación no se trata de ganar una discusión, sino de fortalecer los lazos que nos unen.
La calidad de nuestra comunicación hace a la calidad de nuestros vínculos y estos hacen a nuestra calidad de vida ¿Y si comenzamos a practicar la Comunicación No Violenta hoy?
Valeria Fiore
Abogada-Mediadora
IG: valeria_fiore_caceres





