El 10 de abril de 1755 nacía Samuel Hahnemann, el médico alemán que pasó a la historia como creador (o impulsor) de la Homeopatía. En su honor, cada 10 de abril se conmemora el Día Mundial de esta técnica terapéutica que se fundamenta en considerar (y en consecuencia, tratar) a la persona como un todo, no por partes.
Otro aspecto de la homeopatía es su carácter vitalista. Esto significa que la práctica entiende que la dinámica orgánica y psíquica saludable depende del equilibrio de la energía vital del individuo, y que el proceso de enfermedad implica el desequilibrio de esta energía o fuerza vital.
Así, para la homeopatía, los síntomas físicos, emocionales y mentales apuntan a la enfermedad incluso antes de que aparezcan alteraciones o daños fisiológicos; es decir, donde hay un cuerpo enfermo, ya había un sujeto enfermo. En este sentido, el estado de sufrimiento o malestar difuso ya es considerado una enfermedad para esta técnica terapéutica, y el restablecimiento de la salud parte del equilibrio de la energía vital.

El método terapéutico de la homeopatía tiene dos principios básicos:
- Principio de semejanza: las sustancias que pueden causar enfermedades o síntomas en una persona sana pueden, en dosis muy pequeñas, tratar esos síntomas en una persona enferma.
- Ultradilución de medicamentos: los preparados muy diluidos conservan un “recuerdo” de la sustancia original.
Los medicamentos homeopáticos se preparan tomando una sustancia (por ejemplo, una planta, un material animal o un producto químico) y diluyéndola en agua o alcohol. Los remedios se administran en pastillas que se colocan bajo la lengua, comprimidos, líquidos, pomadas, aerosoles y cremas.
Homeopatía: ¿especialidad o pseudociencia?
A pesar de ser una técnica ampliamente utilizada (y cada vez más en este siglo XXI), la homeopatía genera controversias entre la comunidad científica. Esto se debe a que algunos estudios clínicos concluyen que el tratamiento homeopático es equivalente al tratamiento con placebo, es decir, no se ha detectado ningún efecto curativo significativo de ningún compuesto homeopático que no sea el causado por la autosugestión.
Uno de estos trabajos se publicó en la revista médica científica The Lancet en 2005 en forma de editorial. La publicación analizaba ensayos clínicos en los que se administraban medicamentos homeopáticos y de medicina convencional con control de placebo, es decir, algunos de los participantes recibían homeopatía, otros medicamentos convencionales y un grupo de control recibía placebos. La conclusión del editorial de la revista fue que había pruebas débiles de un efecto específico de los remedios homeopáticos, pero pruebas sólidas de efectos específicos de las intervenciones convencionales. Este resultado era coherente con la idea de que los efectos clínicos de la homeopatía son similares a los efectos placebo.
Otra publicación que señala defectos en la homeopatía es un documento elaborado en 2017 por el Consejo Nacional de Salud e Investigación Médica de Australia, el máximo organismo australiano de apoyo a la investigación médica y sanitaria, donde se recomienda que la homeopatía no debe utilizarse para tratar enfermedades crónicas o graves, o al menos no reemplazar con ella los tratamientos “convencionales” para los que sí existen pruebas de seguridad y eficacia.
Aunque ambos tratamientos puedan compatibilizarse, se recomienda que las personas que se planteen recurrir a la homeopatía pidan primero consejo a un profesional de salud.
Fuente: National Geographic





