Nuestra existencia ocurre en el lenguaje. No solo hablamos para comunicar lo que pensamos o sentimos; nuestras palabras construyen la realidad en la que vivimos.
La cultura no es una entidad estática ni externa a nosotros, sino una red de conversaciones que tejemos, sostenemos y reproducimos día a día, muchas veces sin darnos cuenta. Esta red de conversaciones define lo que nos es posible pensar, sentir y hacer, configurando el espacio de sentido en el que existimos.
Nos movemos en ese espacio con naturalidad, sin detenernos a pensar cómo determina nuestra forma de ver el mundo, nuestras emociones y nuestras acciones. Estas conversaciones, que construyen la cultura en la que habitamos, son mayormente inconscientes y, por ello, difícilmente cuestionadas.
Si queremos transformar nuestra realidad, necesitamos empezar por reconocer y reflexionar sobre los diálogos que mantenemos. Necesitamos ir más profundo y preguntarnos: ¿qué conversaciones están sosteniendo nuestra manera de ser y vivir?
En definitiva, las dinámicas relacionales que sostenemos día a día moldean el espacio en el que vivimos. Nuestros hábitos conversacionales, la forma en que nos comunicamos, los juicios que emitimos y los silencios que guardamos son parte de un entramado mayor que determina el tipo de conversaciones que sostenemos. A su vez, la calidad de nuestras conversaciones condiciona e influye en la calidad de nuestros vínculos.
Si deseamos transformar estas dinámicas, primero debemos comprenderlas. Somos seres entrelazados en conversaciones, y es en ellas donde podemos generar cambios profundos. Reflexionar sobre lo que decimos, cómo lo decimos y desde dónde lo decimos nos brinda esa posibilidad.
Transformar la cultura no requiere grandes discursos, sino la toma de conciencia mediante la observación de nuestras conversaciones diarias; el cuestionamiento de nuestras certezas y la escucha profunda y comprometida, todo ello a fin de generar diálogos conscientes.
La transformación cultural comienza en cada uno de nosotros. Cuando nos hacemos conscientes de las conversaciones que sostenemos, abrimos la puerta a nuevas formas de convivencia. Y es en ese espacio de reflexión y cambio, donde encontramos la posibilidad de construir una cultura más humana.
Hoy, la invitación es a hacer una pausa y preguntarnos: ¿Qué conversación estoy sosteniendo en este momento? ¿Me expande o me limita? ¿Qué nueva posibilidad podría abrirse si me permitiera pensar, sentir y actuar desde otro lugar?
Valeria Fiore
Abogada-Mediadora
IG: valeria_fiore_caceres








