
Lo que conocemos como Dios está en la Fuente como antimateria o consciencia de la cual somos sus fractales, por lo que cada alma tiene Su ADN, o sea que clonó en un sistema de informática de mente cuántica, la información completa del ADN cósmico. Para que ese fractal pueda encarnar hubo que bajarle el voltaje a 4 -10 Herzios y ahora que estamos ascendiendo a la 5D a fusionarnos con nuestro Yo Soy Superior debemos subir a 90 -100 Hrz que es el voltaje mínimo que aloja el Yo Soy Sup.
Como consciencia que somos sólo ocupamos el 4% en la 3D y al fusionarnos conectaremos al 100% de ella, o sea que el contenido del 96% es lo que llamamos nuestro Yo Soy Sup que también tiene un cuerpo que se conoce como doble cuántico.
El velo del olvido que nos separa entre ese 4% de consciencia y el 96% restante fue puesto a propósito para poder vivir la máxima densidad de la materia y que no recordáramos, ya que de hacerlo envasados en un cuerpo de cuasi primate, nos hubiéramos suicidado.
Nos encontramos en pleno proceso de borrar dicho velo e integrar en nuestro ser biológico el 100% de nuestra Mónada Yo Soy. Para que esto ocurra debemos mantener nuestro cuerpo alcalino ya que un medio ácido implica un campo magnético bajo por lo que cuesta mucho acceder al Yo Soy, también debemos fotonizarlo (tomar sol). Mientras más pura nuestra sangre, más alto nuestro campo magnético, cada uno verá si son tóxicos físicos o psicológicos o ambos, los que hay que limpiar y buscará distintas terapias para lograrlo, como limpieza nutricional, limpieza de linaje, etc.
Vamos a ir corriendo velos de a poco y al ir conectando con ese 96% iremos recuperando nuestras capacidades como la telepatía, la predicción, ver otros planos de consciencia, etc y a esto se llama multidimencionalidad.
El puente entre nosotros y nuestro Creador es el uso del Yo Soy como nos legara St Germain. Según la metafísica, Yo Soy es el poder de reconocer la perfección en cada uno y en todos y en todas partes. Significa que ya sabes que tienes a Dios en acción expresándose en tu vida. Fuente, Andrea Barnabé.






