
El Día de la Madre inició nublado, pero las flores le dieron color al cielo gris. Las rosas y los claveles, blancos y rojos, fueron los más elegidos por los hijos cuyas madres ya no están. Durante las primeras horas de ayer, miles de personas arribaron al cementerio municipal La Piedad con flores y velas, para dedicar un momento del día a las madres que allí descansan.
El movimiento comenzó a las 6.30, “para esa hora comenzaron a pedir las flores” los familiares que llegaron al camposanto posadeño, detalló Hortensio Leiva, quien desde hace 45 años trabaja en su puesto de flores, junto a la entrada a La Piedad.
“Para todos es una fecha importante y la gente lleva flores porque dan alegría y la madre es eso: amor y alegría”, indicó Hortensio.

Mucha nostalgia
Juan se sentó frente a la tumba de su madre y la contempló por varios minutos. En voz baja y aguantando las lágrimas, dijo: “Yo fui el rebelde de la casa, le decía a mi mamá: ‘madre hay una sola, menos mal porque dos como vos no aguantaría’”, relató con ternura y añoranza.
Tiene 60 años y recuerda a su madre como una mujer “luchadora, porque cuando yo tenía diez años mi papá falleció y mamá nos crió a los cinco hermanos. Siempre nos aconsejaba”. Ayer, como desde hace siete años, llegó al camposanto con flores y unas velas para “pedirle que nos proteja, que la familia siga unida y bien”.
A pocos pasos cruzó Mario, un joven de 36 años que despidió a su madre hace apenas dos meses. Entró al cementerio con un par de flores y antes de llegar al nicho se detuvo por unos momentos y miró al cielo. “Es el primer Día de la Madre sin ella. Y vine a traerle estas flores”.
En otro sector caminaban Florisa (66) y su hermana, quienes desde hace 25 años recorren los mismos pasillos para visitar la sepultura de su madre. “Lo hacemos siempre, venimos a saludarla. Mamá era como aquellas mujeres de antes; protectora, una madraza que nos cuidó siempre. Nos quedan todas sus enseñanzas, que se las transmitimos a nuestros nietos”.
Afuera del cementerio, cerca de los puestos de flores, estaba Claudio con su familia. “Vengo a ver a mi madre, si fuera posible vendría todos los días, cada momento que puedo lo hago desde hace once años”.

Flores y misas
Ayer, en cada punto del cementerio resaltaban los colores de las flores y el brillo de las velas prendidas, iluminando un domingo gris.
Los floristas que ocupan la vereda del cementerio y la de enfrente fueron los primeros en llegar al camposanto: con velas, cintas, claveles, crisantemos, rosas y una gran variedad de flores para venderlas durante la jornada.
En cada puesto, tachos cargados con agua hasta el tope fueron los recipientes para conservar las flores.
La conmemoración incluyó dos misas en el cementerio, a las 10 y a las 17. En ambas rezaron por las madres que ya no están y los que aún las tienen pidieron por su salud y por la unidad familiar.





