
El Judo comunitario obereño sigue promoviendo espacios en la práctica deportiva. El área de Judo Social de la Confederación Argentina tiene a Raúl Paredes como uno de los referentes, creador del Randori a las Drogas y Judo Familia, espacio en el que comparten hijos y padres, tanto el aprendizaje como la experiencia. Érica y Natalia son ejemplo de ello. Madre e hija comenzaron a practicar judo y hace unos días se consagraron campeonas en Carlos Paz, Córdoba. Un lazo único, más allá del deporte.
Natalia Lopez, de 13 años, fue una de las primeras alumnas de la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE) de Judo del Club Olimpia, que comenzó hace cuatro años con el Sensei.
La necesidad de generar un espacio de contención para niños y jóvenes del populoso barrio de esta ciudad fue un gran acierto ya que rápidamente sumó a muchos integrantes. Natalia demostró tener aptitudes por lo que a las prácticas en el club se sumaron los entrenamientos en el distante Complejo Deportivo. Siempre acudía acompañada por su madre, Érica Briz de 37 años, quien nunca imaginó que se transformaría en judoca, símbolo y ejemplo en todo el país.

“Es muy lindo compartir con Natalia. Las madres casi nunca tenemos posibilidades de estar mucho tiempo con los hijos, entre las tareas de la casa y el trabajo de atenderlos a todos. Así que aquí encontramos nuestro espacio y nos hace muy bien”, relató a EL DEPORTIVO la madre deportista.
Érica tiene cuatro hijos. Natalia es la mayor y única mujer. “El profe Raúl Paredes nos invitó a hacer unos ejercicios, porque estábamos toda la clase sentadas esperando a nuestros hijos. Así empezamos. Después llegó el día para rendir un cinturón y él me dijo que estaba en condiciones de presentarme. Ahí empezó todo. Hoy tengo el orgullo de ser parte del grupo. Somos unidos, los cuido a ellos y los chicos también me cuidan”, afirmó.
Hace unos días estuvieron en Carlos Paz, en el Torneo Nacional Centro República. Natalia se consagró campeona en su categoría y su mamá también se trajo el título en Kiu Graduados. “Creo que fuimos los primeros padres en practicar con nuestros hijos. Además empecé a competir y me fue muy bien. Ahora quiero llegar bien al Torneo Clausura, estamos hablando de trabajar para mejorar y llegar a ese objetivo”, expresó la entusiasta mamá.
Madre e hija confiaron que el judo pasó a ser parte de la vida familiar, por eso es común que algún colchón se convierta en tatami en casa para practicar alguna toma o técnica. “Para mí es un orgullo que entrene conmigo, me hace sentir más segura estar con ella, aprendo y creo que ella también aprende conmigo”, señaló la jovencita.
Si de responsables se trata, hay un solo nombre en la ciudad capaz de generar espacios para que los chicos más humildes encuentren una herramienta para superarse, progresar, sentir que pueden sobresalir en una disciplina. Ese es Raúl Paredes. “Yo soy feliz con lo que hago, llevando a estos chicos a competir, salir de su barrio, de su ciudad, algo impensado para ellos”, aseguró el Sensei.
La particular historia de madre e hija lo enorgullece y emociona por lo que representa para ellas. “Viven cerca del club, Érica es muy comprometida, sobre todo cuando vio que su hija tenía posibilidades de competir. Es más, Natalia actualmente está becada por el Ministerio de Deportes”, aclaró. “Érica empezó a entrar al tatami tímidamente y hoy día es un emblema en el país. Es graduada, colabora mucho en el barrio y lleva a todo el grupo que quiere crecer un poco más a las clases en el complejo”, reconoció. “Natalia fue a los Evita el año pasado, fue medalla de bronce. Este año creo que tiene mayores posibilidades. Al igual que Juan Leguizamón y Rocío Briz, que son del barrio”.
En el Centro República, además de los logros de madre e hija, Pilar Paredes fue segunda en Inf. B, Santiago Espíndola Petry tercero en Inf. A, Rodrigo Ávalos tercero en Kiu Graduados. Con buena participación Gustavo Mela, Rocío Briz, Marcos Quintana y Juan Leguizamón, todos atletas del Judo Comunitario.





