
Ella es hermosa, llevaba sus años con una envidiable postura, vestía de manera cuidada y elegante. Su tono de voz, sus temas, para ella todo está bien siempre, pero su cuerpo no paraba de tener dolores y lo que comía le hacía mal. Esto ocasionaba su bajo peso y rechazo a los alimentos. Tenía cefaleas, artralgias y contracturas, además del rechazo a los alimentos. Madre de dos hijos, profesional y activa dentro de su círculo social, pero su realidad era no gozar del momento y ver todo con un dejo de amargura. Quería estar bien pero no sabía cómo.
Los resultados del laboratorio mostraban alteraciones mínimas de hormonas por el desequilibrio en nutrientes básicos, ¿cómo puede un mínimo desequilibrio causar tanto malestar?, se preguntaba. Tomaba vitaminas y preparados para luego volver a caer.
La hormona del cortisol se había afectado al igual que la tiroides que generaba importantes afecciones dentro del metabolismo. Qué difícil es a veces ser tan correctos que no podemos llegar a expresar lo que verdaderamente sentimos.
Vivir significa para algunos, cumplir las reglas en todo momento y nuestro cuerpo quiere ser escuchado, queremos lograr parecer en vez de ser.
Tanto tiempo tenemos esta actitud que las hormonas dicen ¡basta! El cuerpo ya no da más. Su historia de vida real costó aflorar, pues supuestamente “todo estaba bien”, “todo se disimulaba”, pero su ser ansiaba ese diálogo interno con el que muchas veces no nos queremos encontrar. Además de los tratamientos de quelación hacíamos con ella algunos ejercicios de coaching que permitieron conocer las verdades que el dolor escondía.
Flores Misioneras y el tiempo que se empezó a regalar para escucharse fueron valiosísimos. Regulamos con medicación vía oral sus desequilibrios. La nutricionista estaba feliz porque ella estaba recuperando peso y podía ingerir más variedad de alimentos. El cuerpo comenzó a distenderse y su bienestar no se hacía esperar. Como es tan organizada fijó una rutina para sus tareas y su evolución fue maravillosa.
Las creencias que nos condicionan a diario, los juicios que hacemos sobre cada gesto o accionar que realizamos, muchas veces son tan lejanos a nuestro sentir que nos limitan para crecer. Ella pensaba que por su edad no podía tomar ya ciertos cambios, pero el querer se hizo consciente y real, y pudo.
El trastorno alimentario trae déficit de vitaminas y minerales que al ir colocándolos de manera endovenosa, son de más rápido accionar. La voluntad, muchas veces no es suficiente y ese poquito de empuje endovenoso da la posibilidad de la acción. En Gloria el camino a recorrer de conocerse está acompañado de suplementos que su cuerpo necesita para que su orden mental pueda hacerse realidad con el ejercicio cotidianos de regalarse tiempo para replantearse sus movimientos, gozarlos y elegir sin condicionamientos.
Colabora
Marcela Campias
Médica. Clínica.
Especialista en Medicina Orthomolecular. CIMO
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